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jueves, 4 de febrero de 2010

Pensamientos en movimiento

Sales de casa de tu amigo y te das cuenta de lo oscuras que pueden estar las calles de Madrid un día de enero. Enciendes el iPod y suena "Coldplay – viva la vida" y te sientes insignificante, como un microbio. Sigues andando. Derecha, izquierda. Es tan automático que tu mente divaga y divaga por los problemas que deberías haber solucionado pero que dejaste aparcados por la fiesta, al igual que tus sentimientos.


No es que te de miedo la oscuridad, es que no confías en la gente, así que cuando divisas una figura negra y borrosa en la lejanía te pones alerta. Según la distancia que os separa se va acortando empiezas a tensarte y tu mente crea imágenes falsas de esa figura acercándose hacia a ti, solo para que sepas como reaccionar. La figura se hace más nítida, no se ha acercado hacia tu lado, es más, se ha apartado. Era una mujer. Nadie nunca se asusta de las mujeres. Las mujeres no son violentas. Sabes que ninguna te sacará una navaja y te amenazará con Dios sabe qué. O al menos lo esperas. Aunque tu cuerpo no está tenso el corsé te aplasta los pulmones y necesitas dar más bocanadas de aire. Notas como tu corazón palpita a toda velocidad y es que casi no andas, corres. Llegas a un semáforo y te encuentras con tres chavales. Te preguntas si vendrán o irán de fiesta. Más atrás una familia también llega al semáforo con un par de niños. Gente con vidas tan dispares a las mismas horas en la misma calle.


Sigues calle arriba y te paras en otro semáforo. Esta vez no te fijas en nadie, ellos se fijan en ti. Cruzas la calle y ves a los conductores poner una mueca de irritación cuando el semáforo peatonal se pone verde. Sigues andando, rápido, con la cabeza gacha, mirando tus pasos, tus pies y el suelo manchado. Las calles están siempre muy sucias.


Antes de la parada del bus hay una cola así que te pones al final de esta y echas un ojo a la gente con la que vas a compartir modo de trasporte. Muchos ancianos, parejas, otros jóvenes…Todos con una vida y un camino a seguir. Empiezas a entrar en el autobús y te sientas detrás del conductor y miras por la ventana figuras pasar a una velocidad razonable. Desde este sitio puedes ver que tipo de personas entran en el autobús. En la siguiente parada se suben un par de chicas jóvenes. Fiesta. Los del lado derecho del bus y en la parte de adelante están hablando con el conductor. ¿Serán amigos? Podría decir que son un matrimonio, hombre y mujer. Pero esta no dice nada. El hombre continúa hablando con el conductor. No oyes lo que dicen ya que Joan Jett te deleita con su amor al Rock n’ roll y por nada del mundo podría interesarte más esa conversación. Sería gracioso que gente que sea amiga del conductor se pasase el día con su amigo recorriendo las calles de Madrid para hacerle compañía. Sería como quedar para tomar café o algo así. Podría ser posible ¿no?

Como las normas sociales que aceptamos. Las amistades son contratos sociales. Si te invitan a tomar café debes aceptar. Llegar, saludar con educación y preguntar que tal está el otro. Después de este breve intercambio de información insustancial y a veces exagerada o mentira se sientan y continúan charlando. Sobre amigos comunes y otras cosas que no interesan pero por las que hay que preguntar. Las conversaciones tratan la mayoría de las veces de eso. Alguien cuenta algo y luego tu cuentas otra cosa similar o relacionada con el tema. Muchas veces ni siquiera escuchamos al otro y simplemente escupimos información para hacernos sentir mejor porque creemos que el otro nos escucha cuando no es así. Gracias a Dios a pesar de estas normas sociales hemos cambiado mucho. Si esto fuera la Inglaterra victoriana yo lo pasaría muy mal.


Una señora ha entrado al bus y se le ha caído el abono. Joder que torpe. Me mira con cara de vergüenza. Sí, deberías sentir vergüenza por tu torpeza porque todo el autobús te ha visto agachandote de forma idiotica mientras el autobús estaba en marcha. ¡Que te caes señora! Aun así a mi me da igual así que voy a seguir mirando por la ventana.

Odio esta zona. El autobús me marea. Venga, para ya que me quiero ir a casa andando ahora que suena Barenaked Ladies.

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