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lunes, 21 de febrero de 2011

Cuando creía. Cuando creo. Cuando creeré.

Me creía un metal que con tu calor se fundía pero…

Por más que intentaba ignorarte tú acababas por oxidarme con la fricción de tu arrogancia. Tu petulancia electroquímica que me neutralizaba con sonrisas galvanizadas con niñería. El ácido de tu olor simplemente me laceraba la piel que liberaba sangre al entorno a cambio de oxígeno que beber.

Que en su día me dibujé una sonrisa con un cuchillo y la mantuve con tachuelas. Me grapé los parpados a las cejas para continuar mirándote. Y acabé corroída como cualquier metal, carcomida como la madera y apuñalada como una humana.



Me creo una humana herida y perdida pero…

Hoy me posee un analgésico del que dependo como la droga que es. Al principio poco porque aún me creía metal, pero, según avanza el tiempo más rota y erosionada me siento. Más humana.

Esta droga se toma vía oral, cutánea e intravenosa. Se introduce por las heridas y cicatrices. Por los poros y los orificios. Y se queda dentro.

Todo es ya indoloro.



Creo. Como todo.

martes, 15 de febrero de 2011

Súbitamente



Delirios que se calman,
en el frío de la calle,
dos amantes que claman,
porque el otro no se calle.

Susurros al oído,
que resuenan en el pecho,
calor que no se ha ido,
que prefiere a los sin techo.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Blah Blah

Quiero saborear tu cuello, degustar tu mandibula y hacerte temblar bajo el peso de mi cuerpo desnudo y caluroso. Te haré que vuelvas a mí como un perro rabioso. Porque añorarás mi olor, mi sabor, mi calor... Desatarás en mí toda tu pasión, tan masculina, tan inteligente, tan atrayente, que caeré. Y me dejaré someter. Gemiré de placer.

I hate trains.

¿Sabeis que es lo que más odio de cada día? ¿Casi más que levantarme de la cama, salir de la ducha en invierno o el sonido del despertador? El viaje en tren.
Adoro ir en tren. Odio ir en tren en hora punta y creo que esta aclaración es de las menos estúpidas que he hecho.


Odio a los que no esperan a entrar y antes de que el tren frene ya están dandole al botón desde afuera, cuando aún se ve gente dentro que NECESITA bajar para que se puedan subir los demás.
A los que meten codo y se cuelan como si de un concierto se tratase.
Odio a los que se bajan del tren agarrandose a la barra y tardan tanto.
Odio al gilipollas de la bici.
Al imbécil que me mira de los pies a la cabeza, sin ningún tipo de reparo.
A la señora que se escandaliza cuando llevo Pantera o Slipknot a toda hostia.
A los que a pesar de estar atestado de gente leen el periódico como si estuvieran en el puto baño de su casa.
A los que te ponen el culo en la cara cuando vas sentado.
A esos idiotas que creen que cambiandose de vagón encontrarán menos gente.
Aquellos que se agarran a la barra lateral y te encierran contra las puertas y tienes que olerles el sobaco.
A las que preguntan ¿te vas a bajar? - No señora, pero el vagón está tan lleno de gente que no tengo otro puto sitio en el que ponerme que delante de la puerta, deje de joder que le da tiempo a salir.
A todos esos hijos de puta que se apiñan contra la puerta en atocha ¡coged el tren antes y dejad de arrollarnos que en atocha nos bajamos todos!

Panda de gilipollas.

También odio a los maquinistas, no os creais importantes viajeros de RENFE en hora punta. Aunque se bajen 300 personas más en cada parada, el maldito tren va más rápido a las 8 de la mañana que a las 4 de la tarde.