Recent Posts

jueves, 22 de abril de 2010

Say Waht? 2nd?

Recordais mi Relato "Memento Mori" ¿No? ¿Seguro? *suspiro*
Pues me veo en la obligación de repetiroslo. No es por nada. Sólo he quedado en 2º lugar junto a Inés en el Certamen literario.
Los tres mejores relatos jamás escritos para el certamen. No se han atrevido a elegir sólo 2, como es lo típico. (No hay 3º premio). ¡Enhorabuena Cristina por el 1º premio! :3
3 personas de una misma clase se presentan y ganan. :) Fuck everyone.
Así que aquí va otra vez.

"Memento Mori" del latín que significa "Recuerda que moriras" porque todos somos mortales.
El Viernes 23 es la entrega de premios.

Memento Mori

Soberbia

Me alzaré al movimiento de la altiva, ella, mi espléndido pavo real. La menospreciaré. Me menospreciará. Y juro, que yo seré más.


¡Cuánto daño me hiciste pequeña Meredith! ¡Cuanto sufrí yo! Recuerdo cuando éramos pequeños, lo que no sé es si lo recuerdas tú.

Corríamos entre el aroma de la madreselva y el color de las nomeolvides de tu jardín. Todo salpicado por el brillo de tu melena pelirroja y el resplandor de tu piel de porcelana. Me dabas la mano a escondidas y me dejabas recostarme en tus piernas tras el pilla-pilla. Me relatabas tus sueños y tus anhelos, tus fracasos y tus miedos.

Me fui y cambiaste. Ni siquiera me saludaste. Ahora eres tan fría como el clima londinense. Tan aristócrata y tan prepotente…

Lo sé, han pasado cinco años, pero yo aun no te he olvidado. Al contrario que a ti, a mi la guerra no me ha cambiado. Me he reservado como me recuerdas, por ti. Y ahora que vuelvo me encuentro con “ella”. Tan preciosa como pretenciosa. Tan elocuente como odiosa. Me encuentro los desprecios de una dama de clase alta a un simple general del ejército. Perdóname, ya sabes que yo no era rico. Que jugábamos a escondidas pues nuestros linajes no permitían ni nuestra inocente amistad ni mi platónico amor.


En la fiesta de Lord Valentine todo el mundo aparenta. Todo el mundo actúa bajo una serie de inanes normas de cortesía hipócritas. Y como tu no eres menos te sientes obligada por ellas a saludarme con toda la elegancia que te caracteriza, porque no hay mayor desprecio que no decir siquiera una palabra y aún no me desprecias. Aún.

¿Cómo está usted, Lázaro? Preguntas por cortesía Oí que la guerra fue muy dura.

Hay cosas aun peores en la vida, créame, Milady te respondo arrojándote un reto.

¿Peores que vivir bajo el mismo techo que la muerte? ¡No diga tonterías! No hay nada peor que la muerte.

La muerte ni cambia ni engaña, sin embargo, las malas compañías, la juventud y la belleza pueden corromper al más cristiano. Pueden convertirlo en un ángel caído, y los ángeles caídos… Esos ángeles son peores que la muerte.

Tu cara de indignación pronto debe ser sustituida por una de satisfacción. El conde de Mim se acerca y se introduce en una improvisada conversación.

Si me disculpan debo ir a hablar con mi superior, nunca se deja de estar de servicio, ni siquiera en una fiesta tan fantástica.

Un apretón de manos para el caballero y un beso en la mano para la dama, no sin antes dejar grabada mi mirada, porque aunque me incline para besarte yo te miraré desde arriba.

El juego ha comenzado.


Y merecerá la pena que la rueda mi condena sea.


Envidia:

Engendrando al indecoroso monstruo que ella me forzó a crear. La despreciaré. Me despreciará. Y juro que mía un día será.


En un momento de lucidez me percaté de su cercana presencia a ti. Te pedí que me le presentaras aunque con mala cara y tú, ávidamente, me complaciste.

El Conde de Valiel pronunciaste con una sonrisa torcida Mi prometido añadiste con sorna.

¡Arpía! ¡Indigna! te quise gritar, más no hallé en mi la voluntad para herirte con semejantes palabras. Sin preocuparme por la cortesía me despedí y salí del inmenso lugar. Aquel lugar maldito, un baile de máscaras dónde tú llevabas la más horrenda. Porque esa careta refleja tu moralidad. ¡Meretriz! Te sigo perjurando en mi interior. ¡No eres más que una cualquiera! ¿Y él? ¿Cónde? No has perdido el tiempo querida. Pero el juego continúa y aunque apueste mi propia piel para ganarte lo haré. Sé que sufriré, pero acabarás volviendo a mí como un perro rabioso. Aunque ahora yo esté dominado por el monstruo de ojos verdes cambiaré el jade esperanza de tus ojos por la esmeralda de la envidia.


Y merecerá la pena que sumergido en agua helada yo sea.


Avaricia:

Atesorando efímeras melodías que ella se disponía a tocar. La robaré. Me robará y Juro que un día a mí me pertenecerá.


Meredith, eras como el aire. Entrabas en mí y luego salías purificándome. Unas veces eras cálida como un suspiro y otras veces tan gélida como un vendaval. Aunque ahora eres tan indiferente como los días en los que todo está imperturbable porque el viento no sopla, pero el aire sigue estando ahí porque lo necesitas para respirar.

Al igual que en mis viajes, en sueños y momentos de oscuridad buscaba tu mano y tus ojos pero no los hallaba. No había ni un ápice de luz que me calmara. Esa era mi penitencia, mi martirio, mi condena.


A mi regreso y tras aquella fiesta resolví ir en tu busca y en tu mansión me presenté. Desde la sala se escuchaba la sublime melodía de un piano que como el flautista de Hamelin usabas para seducir. Con todo el atrevimiento que me caracteriza abrí las puertas de la sala sin invitación y me acerqué con sigilo, parándome detrás de ti y viendo como tus finos dedos bailaban entre el marfil de las teclas. Probablemente me oíste pero no dejaste de tocar.

Chopin es la ira, Liszt la soberbia, Salieri la envidia, Schubert la pereza…

¿Quién es la avaricia? pregunté ansioso.

¿Quieres conocer a tu igual?

Te abracé por detrás sintiéndote mía.

Pese a la fachada de serenidad que portas tu cuerpo te traiciona deleitándome con estremecimientos ante cualquier simple roce. Te estreché con más fuerza contra mí a la vez que enterraba mi cabeza en tus cabellos rojos como el fuego que encendían la llama de mi deseo. Tras inundarme de tu fragancia pude relajar el fuerte agarre con el que te oprimía, entonces comenzaste a tocar otra melodía diferente. Era apasionada, espontánea, era…

Beethoven.


Lo quiero todo de ti. Tu música, tu olor y tus miradas. Quiero que me devuelvas todo lo que me pertenece; mi inocencia, mi paciencia y mi cordura. Te robaré expresiones, te arrebataré suspiros, atesoraré tus gemidos, y los guardaré celosamente en mi interior, porque toda tú me perteneces. Aunque no hoy. Vas ganando este pecaminoso juego. Por ahora. Hasta ahora.


Y merecerá la pena que en aceite hirviendo puesto yo sea.


Gula:

Saboreando el recuerdo de sus manos, aquellas de las que me hizo beber. La tentaré. Me tentará. Y juro, que en mis redes caerá.


Hace tiempo que olvidé el juego y me limité a sentir. A sentirte.

Con las mejillas encendidas y los labios entreabiertos me observas.

Tienes que parar Lázaro tu boca me dice una cosa, tus manos claman por otra. –No puedes seguir haciéndome esto.

Cualquiera podría entrar, y yo no haría más que dejarles observar como me deleito con el festín que es tu cuerpo. Mis labios contra tu ardiente cuello. Bebiéndote, devorándote, degustándote… Pero nunca es suficiente así que tengo que continuar. Fuera tu corsé. Fuera tu liga. Mi apetito voraz nubla mi racionalidad y yo me alimento de tus incesantes gemidos. Me nutro de tu desesperación e incapacidad, de tu deseo y pasión ocultos.

Porque eres como el chocolate puro, amarga pero irresistiblemente tentadora.

Te necesito. Te deseo. Te poseo.


Y merecerá la pena que sapos y culebras comer yo tenga.


Pereza:

Dormitando en las nubes a las que ella me hizo llegar. La atraparé. Me atrapará. Y juro, que no la dejaré escapar.


Todo es claridad; tu pelo, las sabanas. Todo tan blanco y envolvente que no me quiero levantar. Quiero seguir dibujando líneas en tu espalda. Quiero sentirte temblar bajo mis caricias. Quiero ver tu alborotado pelo enmarcando tu angelical rostro. Simplemente quiero no volverme a levantar.

Gírate y mírame princesa, que ya no hay prisa. Que la escurridiza serpiente ha encontrado su nido y te quiere a su lado; ronroneando, suspirando.

¿En dónde piensa tu pobre e ingenuo prometido que te encuentras ahora mismo?

Inflas tus pulmones de aire y lo dejas salir lentamente. Con dolorosa parsimonia te giras y me encaras con los ojos entrecerrados y legañosos.

En casa de Ann respondes sin más.

Se te cierran los ojos y tus manos buscan mi pecho. Me encuentras. Te acurrucas.

Quédate un rato más susurras contra mi torso.

Suspiro y me doy por vencido. Me limito a acariciar tu pelo y a añadir un pecado más a la larga lista que se dibuja entre las finas sábanas de esta cama mancillada.


Y merecerá la pena que arrojado a una fosa de serpientes yo sea.


Ira:

Danzaré al son de la violenta cólera, con ella, la pareja que me sacó a bailar. La odiaré. Me Odiará. Y juro, que todo terminará.


Ha estallado otra guerra y he sido destinado para luchar en ella.

Una frase, una sola frase hizo que las emociones y la razón se separaran; quedando la razón en una especie de limbo, deambulando y viendo como las emociones carcomían el ya putrefacto cuerpo, incapaz de ser retenidas, siendo destiladas por cada poro, en cada fluido, en cada gesto. Corrompiendo el cuerpo en el que tan hábilmente habían sido encarceladas, enjauladas. Pero nunca más. Se han revolucionado. Han estallado.

¡Me abandonaste! Juraste que siempre estarías a mi lado pero…

Meredith, por favor.

¡No intentes engañarme con tus necias súplicas que no sientes! No sé cuando todo se convirtió en odio pero créeme, te detesto. Te detesto más que a nadie.

Te agarro del brazo. ¿Cómo puedes ser así de insensible? Yo luchando en la guerra y tú mientras jugando a las princesitas.

¿¡Y ahora!? ¿¡Me abandonas otra vez!?

¡Yo no elegí esto! – Te rebato iracundo - Decidieron por mí ¿Acaso la sociedad en la que vives es nueva para ti?

Me vuelves a abofetear y te lanzas con fiereza contra mí golpeando mi pecho con tus pequeños puños. Sonríes al comprobar que aprieto más el agarre y te atraigo hacia mí.

-Se acabó Meredith. Esto es nuestra despedida. Te haré el amor como nadie te lo ha hecho nunca, serás incapaz de amar a nadie más que a mí – la sorpresa baña tus ojos y por un momento te ves tan rota y destrozada que casi siento lástima.

-¡No me hagas esto por favor, Lázaro! –exclamas entre lagrimas forcejeando para escapar.

-El juego está por terminar, Milady.


Y merecerá la pena que desmembrado yo sea.


Lujuria

Ensayando las miradas con las que ella un día me enamoró. La poseeré. Me poseerá. Y juro, que para siempre me necesitará.


Te atraigo más hacía mí profundizando el beso pero tu te resistes. No quieres. Porque sabes lo que significa, esto es una despedida. Es nuestro adiós.

Poco a poco mi lengua se abre paso en tu boca y noto las saladas lágrimas que caen por tu rostro. Te separo solo unos milímetros de mi cuerpo.

-Quizás muera Meredith. No. Lo sé – te acaricio la mejilla – seremos uno por última vez aquí, donde todo comenzó.

Tu resistencia flaquea y tu cuerpo se arquea contra el mío demandando el placer prometido en mis palabras. Te empujo contra la pared, encarcelándote bajo mis brazos que alzan los tuyos sobre tu cabeza, incapacitándote. Antes de que pueda pensar siquiera lo que hago estás despojada de tu ropa, desarmada emocional y físicamente. Mis manos son como anguilas que danzan por tus piernas, mandándote descargas y haciendo que me regales tímidos gemidos que quedan libres de pudor cuando entro en lo más íntimo de tu ser. Frente al poco tiempo que nos queda tenemos una intensidad abrasadora, tanto como el contacto de mi lengua contra tu pecaminoso cuerpo.

De un rápido movimiento me fundo conmigo, hundiéndome lentamente en la calidez de tu cuerpo. Tierna y cuidadosamente, grabándome a fuego cada una de las sensaciones que ahora mismo recorren nuestro cuerpo, porque nos hemos vuelto uno.

-Te Amo, Lázaro.

-Te quiero, Milady.


Y merecerá la pena que asfixiado en azufre yo sea.


Ella no quiso ser vieja sin él. Aquel al que ni siquiera le dieron la oportunidad de ello.

________________________________________

Notas de la autora:
  • La frase final que acaba con "Y merecerá la pena que..." es la condena que tiene el mencionado pecado capital en el infierno.
  • La frase final de la historia no está escrito en primera persona por razones obvias. xD
  • La historia es continua pero cada parte está sublavada al pecado al que corresponde.

Meredith.


2 Comentarios.:

Robert M dijo...

Wow, felicidades!!! La verdad es que no me esperaba menos de tí, es muy bueno. Escribes muy bien, pero supongo que eso ya te lo había dicho ;)

María A. dijo...

...Tu blog definitivamente ha reemplazado a seriesyonkis. Y mira, puede que incluso me venga bien si aprueban la puta SINDE...