Recent Posts

domingo, 18 de abril de 2010

Deutschland IV

Hay muchos tipos de sonrisas. Las falsas, sarcásticas, de despecio, perfectas, burlonas...ninguna de estas era la sonrisa de Jonathan.
Jonathan era un chico alto y pálido del estado de Vermont (EEUU) que se pasaba el día sonriendo. Los músculos de su cara se contraían, marcándole arrugas en los ojos y achicandolos, dejando ver aunque no unos dientes perfectos, sí una sonrisa endemonadamente arrebatadora que dejaba sin aliento. Cada día y cada momento se dedicaba a regalar sonrisas a cualquier persona de cualquier país, encandilando a profesoras, estudiantes y porqué no también a algún chico.Era poco accesible debido a su gran popularidad ya que siempre estaba rodeado de gente, especialmente, chicas. Lara, la pelirroja Italiana se pasaba el día siguiéndole a todas partes y por supuesto yo también me mantenía lo más cerca posible de él.
Jonathan es de esas personas que si te ve sola o no te ha prestado al suficiente atención durante el día, te reserva siempre un momentito para preguntarte que tal lo llevas o que deseas hacer en tu futuro. Yo soy más de las personas que se conforman con, como acto social satisfactorio, el simple hecho de haber pasado tiempo al lado de esa persona, ya sea sentados cerca en el bus o haber intercambiado un par de miradas y algunas sonrisas.
Jonathan era un chico que te hacía sentir ser el centro del universo, preguntando, interesandose, bromeando y sobretodo mirandote y escuchandote atentamente.

Por eso Jonathan se convirtió en el crush de mi viaje a Alemania. Y yo me volví un perrito faldero que babeaba solo con poder sentarme junto a él en el tren para luego sonrojarme y no mirarle muy amenudo para no delatarme y tartamudear al contestarle.
Jonathan era el intercambio de la mejor amiga de mi alemana, así que en las tardes en las que no teníamos que hacer nada quedabamos todos juntos.
Recuerdo cuando estuvimos en su casa una vez. Yo no podía ser más feliz estando tumbada en un sofá con él, mientras Noah se sentaba en el suelo junto al sofá, y Jonas (el alemán de Fran) se sentaba en un sillón contiguo detrás de mi cabeza. Creo que ahí fue cuando empezé a sacar el lado pervertido que tengo y acabamos hablando del tamaño de los penes según los píses.
Según creo recordar, los alemanes algo así como 18 y los americanos por el estilo. España loses.
También me pidieron un adjetivo para cada chico. Describí a Jonathan como "Handsome and sexy" mientras que Noah era "cute" (pero cómo bien le dije, de esos que deseas achcuchar y también besar) Aun así Jonathan se regodeó en su hermosura bromeando con Noah, ya que los hombres, por algun extraño motivo, no se toman bien el adjetivo "mono".

Un día en el tren, por curiosidad el pregunté a Noah si Jonathan era gay, ya que aun teniendo a TODAS las chicas de la conferencia detrás, no había intentado nada con ninguna. Él me respondió que así lo creían en su instituto.
Ese tren los llevaba derechos a una fiesta y caminando por las calles buscando la casa Jonathan me llevó a caballito mientras yo sonreía apoyando la mejilla en su espalda y absorbiendo su delicioso aroma.
Durante una presentación, en un día en los que apenas habíamos hablado Jonathan se acercó a mi para preguntarme por el día. Solataría algo como un "Great" y tal, y acabamos hablando de lo que queríamos hacer. Él quería ser cocinero. Le encantaba, y me dijo que le encantaría que probara alguna de sus tartas. Ojalá hubiese probado alguna.

Lo peor de todo fue la despedida. El ultimo día en la discoteca se sucedían los "adioses". Cuando alguien anunciaba que debía irse la música se bajaba y todos comenzaban a arremolinarse junto al que dejaba el lugar. Éste, acababa marchandose de allí mientras los demás coreaban su nombre. En cuanto Lena dijo que se iba en 5 minutos me eché a llorar como una idiota y tuvieron que venir a consolarme. Cuando Jonathan se fue me siguió consolando y diciendome que nos volveríamos a ver, que me lo prometía, y que porfavor no estuviera triste. Me abracé a él y respiré su olor por última vez para guardarlo en mi mente por si en n futuro nos volviésemos a ver.
Me quedé rota cuando le vi saliendo por la puerta porque lo que más deseaba en el mundo era acabar aquello como en una película americana. Salir corriendo hasta él, decirle "I love you" y lanzarme a sus brazos para ser querida de esa manera de la que sólo él puede querer.


Esa noche, Muriel, Noah y yo, charlamos en mi cama. Contamos historias sobre ex-parejas que hubiesemos tenido y acabó preguntandonos si nos hubiesemos liado con él. Ambas contestamos que sí. Pero ya era tarde. Cuando estabamos medio adormilados les dije algo como "I love Jonathan", pero Noah creía que era una broma y así se quedó, a pesar dde que yo seguía jurando que "I really love Jonathan. It's true."

1 Comentarios.:

Ce dijo...

con lo sensible que soy casi lloro

parecia un cuento de lo bien relatado q estaba =D!