Doña Carmen

Doña Carmen. Así me llamaban los alumnos antiguamente. Hoy, a pesar de estar más entrada en la vejez soy Carmen a secas, y Doña Carmen cuando me vacilan. Algunos incluso pintan corazones en la pizarra para hacerme la pelota. Yo me rio, aunque me tomo muy enserio mi trabajo. No soy una simple profesora de lengua, me apasiona la literatura. Además no estoy sólo para corregirles las faltas de ortografía ( yo la llamaría horrografía porque me sangran los Hojos con H) yo también debo educarles y crear un vínculo con ellos. Por eso les cuento alguna anécdota de mis tiempos mozos. Cuando era discípula de Lázaro Carreter y estudiaba latín y árabe de 12 a 2 de la noche o cuando me daba alguna licencia para probar los porros. Los críos dan miedo. Y sino que se lo digan a aquella niña que tuvo la desfachatez de decirme "yo hago lo que me salga del coño", que vulgaridad. Por eso, un profesor aprende que debe ganárselos.

Estos de segundo de bachillerato me traen loca especialmente. Cantan villancicos, los cumpleaños feliz y hasta la macarena. Yo les rio las gracias aunque debería ponerme más seria, porque donde hay patrón no mandan marineros, como dijo Lázaro Carreter.

El otro día me invitaron a la cena de graduación. Yo tenía ganas de ir, porque te invitan y te lo pasas bien hombre, hablando con los chavales. Como ya no les evaluas son muy simpáticos. Auqnue supongo que por la mañana algún coche aparecerá con las ruedas pinchadas.
Me mostré reticiente al principio pero no podía contener una sonrisa que delataba mi confirmación de asistencia. Ellos seguían insitiendo con suplicas como "Venga Carmeeeeeen!" e incluso oí que me invitarían a un chupito. Acabé por confirmar mi asistencia a la cena para poner orden en la clase porque estos chavales lo hacen para perder tiempo de clase, que lo sé yo. Corearon un "Bieeeen" y seguidamente me preguntaron que si también iría a la fiesta. También me resistí a aceptar pero acabé por decir que sí. Me levante de mi sitio y comencé a ahblar bajito para que hicieran caso. Al ver que mi estrategia fracasaba fui hacia la ventana para mirar el horizonte. ¿Eso es un chopo o un álamo? Cuanta contaminación... cuando vuelva a casa me meteré un rato al messenger y luego cuidaré de mi granja en farmville que hoy había plantado arroz y crece rapidito.

Ojalá les hubiese dicho que no iriía a la fiesta, e incluso a la cena. Debería haberme quedado en casa leyendo un poco a Béquer y fumandome mi cigarro ocasional. Después de cenar en silencio, ya que sólo hablaban de sus aventuras sexuales aderezadas con alcohol nos llevaron a unos cuantos al parque Salvador Allende. Juan de matemáticas ni se molestó en saber dónde irían los chavales tras la cena, sospecho que ya sabía que harían lo mismo de todos los años; hartarse a beber hasta despertarse revolcados en sus propo vomito además de otros fluidos corporales. Margarita ni fue a cenar.
Ahora sólo quedabamos, Téllez, Rosa, Felipe, Susana Ana y yo. Estabamos fuera de lugar en esa pradera de césped verde bañado por los aspersores nocturnos de verano, así que sentarnos estaba descartado. Los chicos comenzaron a hacer un alboroto enorme, ofreciendonos vasos de tubo rellenos con vodka y martini y dandonos un espectáculo de sexo oral gratuito en algunas ocasiones.
Susana reía y hacía coñas con ellos, al igual que Tellez y Felipe, pero se veía en sus expresiones que no iban a quedarse por mucho, sólo para salvar sus reputaciones. Ana y Rosa de biología charlaban animadamente en un banco mientras sujetaban sendos vasos de lo que parecía calimocho y yo...yo no podía dejar de mirar como aquel viejo al fondo del parque desprendía un olor a ginebra y suciedad que llegaba hasta aquí y como tenía las manos en los bolsillos y las movía frenéticamente.

Carmen.