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martes, 13 de abril de 2010

Deutschland I

Bueno recuerdos tengo de mi viaje a alemania.
En teoría habíamos sido seleccionados -Dani, Fran y yo- para representar al instituto en una conferencia sobre calentamiento global, dónde discutiríamos con chicos de otros países sobre medidas a tomar en nuestros institutos para refrenar el cambio climático.

Si te lo pintan así pues oye, lo primero que te viene a la mente es que vas a pasar una semana de mierda en un país de nazis estirados. Pero nada más lejos de la realidad.

Muriel Hense era mi anfitriona y tras patearnos la estación de trenes de Bochum encontré un cartelito con mi nombre. Lo sostenía una chica unos centrimetros más alta que yo de pelo extremadamente rizado y ojos verdes - Se rompía el primer estereotipo alemán. Junto a ella estaba la pareja de su madre. Nos montamos en la furgoneta y llegamos a la casa. Muriel tenía un perro muy bonito y una casa muy entrañable. Ibamos a compartir cuarto, durmiendo ella en la litera de arriba y yo abajo. La pared contraria a la puerta tenía unos grandes ventanales que daban a un terraza desde donde se divisaba un gran poste al cual estaba atada la bandera Alemana - Negro, rojo y amarillo.
Dimos un paseo con el perro y tuvimos una pequeña charla para conocernos. El vecindario era extremadamente bonito. En marzo, y a pesar de hacer frío, las hojas de los árboles se arremolinaban en el suelo. Pero no sobre la acera, sino perfectamente amontonadas para no molestar al andar al tener que dar patadas. Me maravillaba la pulcritud de las calles alemanas, la serenidad de todas las casas, el país comenzaba a cautivarme.
Era de día así que, mientras esperabamos al estadounidense que llegaría en la noche comimos pizza y vimos la primera temporada de Anatomía de Grey. Después de eso jugamos a un juego en familia y conocí al hermano de Muriel. Revolucionario sonriente y despeinado. Un amor de hombre.
Toda la familia era genial, con mis mismas ideas políticas y morales. Todos hablaban inglés y todos muy sonrientes.
Cuando se hizo de noche Muriel me ofreció quedarme en casa, pero insistí en acompañarla a por el estadounidense. Todos teniamos curiosidad por conocer a los chicos que defenderían a tal país en un tema como era el calentamiento global.
Esperamos y esperamos con el cartelito, y mientras habalabamos con los demás. Enseguida hicimos muchas muchas migas y entonces llegaron.
Noah era igual de alto que nosotros, así que nos echamos a reir, tan poco comunes y juntos.
Los estadounidenses venían de Vermont. Y su colegio era especial, porque ellos daban clase en el bosque, así que nos dieron una patada en la boca completamente.

Los Españoles en la sala de reuniones.


Y antes de acabar estas pocas memorias he recuperado un e-mail con todas las direcciones de la gente que participó en la conferencia y les he agregado al facebook. No he encontrado a todos pero si a unos cuantos como a Monika la polaca, Lisa la alemana o Terance el italiano.
Me encantaría invitar a Monika en verano a pasar unos días aquí en españa. Intentaré hacer migas con alguno otra vez.
Maldita nostalgia.
Seguiré contandoos de mi viaje a alemania en futuras entradas.

Con lujuria, Ko.

1 Comentarios.:

Anónimo dijo...

Suena genial!! =)
Es una pena que muchas veces la ignorancia (ya sea por creer en lo malo que se dice de las cosas o por no conocer lo bueno) hagan que nos perdamos cosas que realmente merecen la pena... :s
Sigo leyendo el resto d etu viaje ;)