Por una pregunta...Una lengua (DracoxHarry).doc

Capitulo 1.

Disclaimer: Harry potter es gay. Pero pertenece a Rowling y aun no lo ha hecho oficial.

N/A: Este fic surgió cuando, leyendo el 3º libro de Harry potter, me di cuenta de que Harry hacía una pregunta un tanto peculiar. Con un doble sentido.

El 3º libro lo tengo en pdf descargado de Internet. Probablemente sea cosa de la traducción, pero fue muy gracioso encontrarme un doble sentido sexual tan obvio. Así que tuve que seguirlo y bueno, aquí estoy, escribiendo un mini fic Drarryesco que espero que sea de vuestro agrado o que al menos entretenga. (Algunas escenas son muy similares al libro aunque he intentado cambiar todo un poco para que no sea un plagio)

Malfoy entró tarde a clase de pociones y por supuesto Snape no dijo nada aparte de un leve pero firme “sientate”. Malfoy se pavoneo delante de la clase como si fuera un héroe herido en la guerra y aprovechó para colocar su caldero cerca de Harry y Ron no sin antes mirarles malévolamente. Éstos intercambiaron miradas e imaginaron que algo tramaba, y en efecto, no se equivocaban.

-Profesor Snape, -llamó Draco levantando la mano- voy a necesitar ayuda con mis ingredientes ya que con el brazo así no puedo hacer la poción correctamente – señaló con la mirada su brazo herido y luego su caldero - y no deseo retrasarme del resto de la clase o provocar un desastre –añadió con un falso tono dulce y pegajoso.

-¿Que problema tienes exactamente? – quiso saber el maestro.

-No puedo cortar mis raíces de margarita, señor, tienen que ser

todas del mismo tamaño y me es imposible – replicó inocente.

-Entiendo. Weasley, córtaselas tú –ordenó Snape- No queremos que haya más explosiones, bastante tenemos con Longbottom.

Ron, desde su asiento, murmuró algunas palabras como “teatro” “falso” “arañazo” y “asqueroso” mientras cortaba sus propias raíces con una inusitada violencia, y desde el otro lado de la mesa, Draco, apoyando la barbilla sobre la palma de la mano del brazo que tenía sano le contestaba con una sonrisa burlona de superioridad.

Draco Malfoy hacía teatro, estaba claro. La herida que Buckbeak le había hecho en el brazo durante la clase de Cuidado de las Criaturas Mágicas con Hagrid no era más que

un rasguño. Harry aun no comprendía porqué llevaba el cabestrillo y el brazo completamente vendado. Si la señora Pomfrey pudo recomponerle todos los huesos de un brazo en el segundo curso incluyendo los de la mano en una sola noche, no se imaginaba lo poco que tardaría con un arañazo un poco profundo.

Ron siguió murmurando amenazas según cortaba, ésta vez las raíces del rubio, con poca maña y mucha rapidez hasta que Malfoy se cansó de sonreír y llamó a Snape otra vez.

-Profesor, Weasley está estropeando mis raíces, señor –dijo-. Y creo que es a propósito – añadió.

-Weasley, déle a Malfoy sus raíces y quédese usted con las de él, veamos si le gusta el cambio.

Ron no replicó nada, “¿de que serviría?”, ya lo había dicho H

arry en varias ocasiones, pero ahora mismo Ron tenía unas enormes ganas de levantarse de la silla dirigirse hasta Malfoy, pegarle un puñetazo en el ojo y seguidamente introducirle la cabeza en el caldero hirviendo. Tenía las orejas rojas por la furia, pero no hizo nada, no le daría esa satisfacción a pesar de haberse pasado un cuarto de hora cortando todas sus raíces en trocitos iguales para no estropear su poción por tercera vez este mes. En lugar de coger el cuchillo (se sentía…indispuesto para utilizar un objeto cortante) se puso a pelar un higo seco con las manos.

-Profesor –volvió a lloriquear Draco desde su sitio – al

guien tiene que ayudarme a pelar mi higo seco.

-Potter, ayúdale tú ahora.

Harry cogió el higo del rubio, lo peló rápidamente y se lo lanzó sin siquiera mirarle. No quería perder el tiempo ayudando a una sabandija como él, debía centrarse en su poción, así que miró a la pizarra ignorando que Malfoy le miraba ahora a él y leyó la siguiente linea. “Añadir polvos de doxy, remover cinco veces en sentido de las agujas del reloj e introducir el higo seco cuando la poción esté a 70º”

-Harry, ¿has oído que han visto a Sirius Black por la zona? –Preguntó Seamus en voz baja después de unos minutos.

Harry alzó la cabeza para mirarle desconcertado.

-Sigue contando –pidió Ron adelantándose a Harry.

-Ha salido en el diario el profeta de esta mañana, al parecer le ha visto una muggle desde su casa, mientras planchaba, pero cuando un grupo de fuerzas del orden mágicas llegó al sitio, Black ya había desaparecido. Al parecer fue porque la muggle tardó mucho en llamar a emergencias porque no sabía si realmente era él y no quería molestar a la policía.

Draco había puesto el oído y ahora miraba a Harry con otra de sus anchas y burlescas sonrisas.

-¿Necesitas que te pele algo más, Draco? –preguntó Harry con fingida voz maternal.

Al principio, Draco se sorprendió por la pregunta y por e

l hecho de que Potter le llamase por su nombre, pero Harry se sorprendió aun más por la reacción que provocó en el rubio.

Draco le guiño un ojo descaradamente, después, comprobando que aun retenía su atención se miró la entrepierna sintiendo que la mirada de Harry le había acompañado todo el trayecto; desde su angelical pero perfilado rostro, pasando por su trabajado torso hasta sus piernas separadas en una postura sugerente. Por ultimo, levantó la cabeza para mirar lascivamente a Harry con ojos brillantes por la emoción mientas se relamía y mordía el labio inferior.

-Sí –contestó Draco mostrando una blanca y ancha sonrisa

Harry se quedó petrificado, después comprobó que Ron no hubiese visto semejante espectáculo de índole sexual. Pero él seguía entretenido quejándose porque su poción era demasiado líquida. “Menos mal”, pensó Harry suspirando. Hubiese sido un verdadero trauma para él.

Harry se quedó pensativo, Draco nunca le había gastado bromas relacionadas con el ámbito sexual, pues era un tema bastante incomodo. Harry nunca había tenido novia, apenas había hablado con chicas pero… ¿con hombres? Era la primera vez que le ocurría algo así y le desconcertaba un poco. No es que tuviese nada en contra de ello, Hermione ya les había ofrecido a Ron y a él una charla sobre las libertades sexuales del mundo mágico y de donde procedían los centauros, pero hasta ahora no se había replanteado mucho el tema.

En cuanto salió de su ensimismamiento se dio cuenta de que Draco aun seguía mirándole de esa forma, como si quisiera comérselo, devorarlo o lamerlo cual fresquito polo de fresa en un caluroso día de verano. Harry puso cara de confusión y Draco sonrió más ampliamente divertido por la situación.

El moreno volvió a concentrarse en su poción, pero esa concentración sólo duró un par de minutos. Malfoy giró la cabeza para apartar el pelo que casi le tapaba los ojos. El rubio y lacio cabello que oscilaba con soltura a cada pequeño movimiento que hacía Draco era tan brillante que cegaba a Harry, pues reflejaba la luz solar que entraba por un pequeño ventanuco. Éste, ensimismado ahora en el perfil del rubio no perdía detalle de cada forma y silueta que encontraba su mirada.

Harry no era un chico que se fijara en los detalles, probablemente eso fuera cosa de Hermione, que era capaz de memorizar todas las frases que hubieses dicho en toda la semana y luego repetírtelas a carrerilla en la sala común, pero ahora a Harry se le antojó fijarse en Malfoy; sus ojos, de un gri

s perlado destilaban frialdad. Eran grandes, con las pupilas dilatadas y las pestañas enmarcando todo el contorno, como si de un cuadro se tratase. Eran definitivamente hermosos. Su nariz, pequeña y recta, con una ligera curva al final, le daba un aspecto juguetón, infantil; y sus labios, rosados y finos, curvándose de manera sensual en una sonrisa torcida eran magníficos. Todo acompañado de una tez pálida más propia del ejemplo de hermosura renacentista, pero que aquí, en estos días, aun se consideraba perfecta. Harry la consideraba perfecta.

Decidió seguir admirando un poco más, fijándose en su barbilla, alta e imponente, desafiante, seguida por un cuello estirado, níveo y virgen. Atrapado por la blanca camisa del uniforme y una corbata verde y plateada que deseaba arrancar porque le estaba estorbando en su visión. Ya no veía nada más.

-Maldita sea- murmuró frunciendo el ceño enfadado con la corbata

de slytherin.

Ese murmullo no pasó desapercibido para Draco que giró su cara para enfrentar a Harry mirandole fijamente. “Merlín, ¿Cuándo dejaría de hacer eso”, pensaba Harry, le estaba poniendo nervioso.

Draco acercó su mano a su cara lentamente, siempre fijándose en que Harry fuese su espectador personal, y empezó a abrir la boca para devorar su dedo índice. Lo introdujo hasta el fondo y luego comenzó a retirarlo lentamente provocando que Harry tragara sonoramente y quedase hipnotizado por el movimiento del dedo que entraba y salía y que rozaba aquellos carnosos y exquisitos labios. Entrando y saliendo, pero nunca llegando a dejar la boca del rubio. Empapándose de saliva, calentándose y volviendo a Harry cada vez más loco. Al fin, Draco sacó su dedo índice de su boca completamente con un sonoro “plop”, pero para desgracia de Harry solo lo hizo para sumarle el dedo corazón que ahora hacía compañía al primero bañándose en la saliva del rubio. A estas alturas, la sangre de Harry estaba comenzando a concentrarse en su entrepierna, su corazón bombeaba sangre rápido y su mente quedaba vacía, y el tiempo…hacía rat

o que había perdido la noción de él. En contraste con las cantidades ingentes de saliva que la boca de Draco producía, Harry se estaba quedando seco, y su lengua suplicaba por un divertido y ameno paseo por la boca de Malfoy para refrescarse.

Draco había cerrado los ojos abandonándose a las caricias que su lengua inconscientemente daba a sus delicados y sensitivos dedos y estaba comenzando a aumentar la velocidad.

Su cuello seguía los movimientos de acercamiento en un intento por aumentar la presión, el ritmo y la sensación de tener sus dedos a su merced, disfrutando del ameno viaje por aquella caliente, sedosa y húmeda caverna.

En su mente, los dedos eran reemplazados por el pene de Harry, que ahora mismo suplicaba por salir de los pantalones del uniforme que de repente parecían extremadamente apretados e incómodos.

Harry se removió en su asiento inquieto sin dejar de observar aquel espectáculo de sexo oral tan gratuito que Draco le ofrecía como tortura por su inoportuna pregunta.

Después de apretar los ojos con fuerza y haber llegado al límit

e de velocidad permitido, el rubio sacó los dedos de su boca, que se unían a sus labios mediante un fino hilo de saliva. Como colofón final, Draco dio un último repaso a sus dedos eliminando la saliva y siendo por fin consciente de la creciente erección que atormentaba con destrozar su ropa interior, el pantalón y todo lo que estuviese a su paso por ser libre.

El boquiabierto Harry esperó a que el rubio volviese a atormentarle y enervarle con su penetrante mirada gris y sarcástica, pero no lo hizo. Dirigió sus ojos a su caldero y a la pizarra, ocasionalmente a Snape y también a sus ingredientes. Pero aunque la clase acabó, no miró a Harry antes de salir por la puerta para dirigirse a su sucia y asquerosa mazmorra reptando.