La Intromisión de la estupidez

Sentada en la mesa de la cocina me encontraba yo este mediodía. Mi hermano, apoderandose del mando de la televisión hacía zaping con furia buscando algo entre la basura que es la televisión de hoy en día. Es normal que desease ver algo agradable mientras se comía el pollo en salsa. Miré mi plato de insípido pollo con apatía. Siempre he odiado las comidas en familia. Que mierda que hayamos llegado a la vez -pienso, ya que, normalmente, llego antes y puedo comer en la intimidad de mi habitación mientras veo algún capitulo de House.
Me metí una patata en la boca mientras echaba al perro para que no se subiese en mis piernas mientras comía. No me gusta que haga eso. El perro, listo como el hambre, fue directo a mi madre y ella le dio comida.
-No le des de comer al perro joder, que se acostumbra a subirse a las piernas mientras comemos y no quiero - se quejó mi hermano a mi madre.
-Es tu madre que le tiene consentido - intervine yo haciendo una apreciación de como mi madre asumía el rol de una abuela que consiente a sus nietos con caramelos.
-Sí, consiento al perro y también a vosotros - me contestó haciendo acopio de una ironía un tanto pobre.
Me quedo mirandola unos segundos y rio ante la perspectiva de ser una niña consentida.
-No estamos consentidos.
-Ya bueno, lo que tu digas.
-Lo que yo diga, no, lo que tu interpretes, que siempre sacas las cosas de contexto.
-Has querido decirlo así para hacerme entender otra cosa.
-Joder, siempre sacando segundos significados de cosas que no, no lo tienen joder.
-¡Bueno, no me deis la comida ya! - se queja mi hermano.

Murmullo un "me tendría que haber ido a comer a la habitación" tan bajo que no es percibido por los otros comensales. Se extiende un incomodo silencio, o así debería ser aunque a mi más que incomodarme me irrita.
Una tos, ruidos de los cubiertos y mi hermano aun haciendo zaping.

-Trae el mando que seguro que ha empezado - demanda la matriarca.
-¡Que no ha empezado joder está en anuncios!
-Que es la final de Gran hermano y no me la quiero perder.
-No es la final hoy solo echan a uno.
-¡Que no! ¡que es la final!
-¿Cómo va a ser la final? Echan a uno y se quedan 3 otra semana con los cartelitos y su nombre para que les voten.
-Que no que es hoy todo. Ahora echan a uno y luego por la noche sale el tercero, el segundo y el primero - explica mi madre convencidísima.
-¿Todo en la misma gala?
-Sí
-¿Y votan en una noche?
-¡Sí, claro! ¡Que no mama, que no es así!

Intento poner mi mejor cara de poker y centrarme en ver la tele e introducir patatas en mi boca sin mucho ánimo.

-Coral, ¿a que tengo yo razón?

Mi hermano intenta buscar mi apoyo para desbancar a mi madre. Francamente, no sé cuando cojones es la final de Gran Hermano. Tres segundos son suficientes para decidirme sobre lo que hacer.

-No sé. Yo no me meto.

Francamente, sólo por cabrear a mi madre hubiese dicho que mi hermano tiene razón. Pero hoy no tengo ganas de soportar sus alaridos y berreos porque probablemente la contestaría y no soy fan del dolor físico, no.

-Ves como tengo razón. ¿Que te apuestas? ¿Te apuestas 50 pavos como con Carlos? - Pregunta mi hermano tratando de sacar algo de dinero.
-Con Carlos fue una cena. El decía que Sarai había estado nominada una vez y no es así, no ha estado nominada, pero él está convencido de que sí.
-No sé, Bueno, ¿Apuestas?
-Pero si vas a salir perdiendo, ¡ni siquiera ves el programa! ¡¿que vas a saber?! - grita mi madre con desprecio.
-Dijeron ayer que quedaban ocho días para que acabara. Así que hoy echan a uno y dentro de una semana es la final.
-Venga, ¿te apuestas el coche?
-Venga vale, así me sale gratis - rie Iván.
-¡Que va! tu lo vas a pagar y yo lo voy a conducir.
-De eso nada.
-Que se más que tu que yo veo el programa.
-¡Guau mamá!, eres la que más sabe de gran hermano - le digo sarcásticamente y dramáticamente a mi madre mientras pienso - ¿Eso es algo de lo que estar orgulloso?
-Claro que si.
Aparentemente no he puesto demasiado dramatismo. Nota para el futuro"Ser más dramatica". Casi puedo ver en mi mente una hoja de papel y el trazo de mi escritura tomando nota de algo tan absurdo e insustancial y que solo me servirá para gente como ella, con un pobre sentido de la ironía del sarcasmo. O como ella lo llama "humor negro" aunque yo prefiero denominarlo "humor inteligente que denota ingenio".
-Pues nada, nos apostamos el coche ¿eh?

Y mientras siguen hablando de apostarse 17.700 $ de un coche por ver quien tiene razón sobre cuando se celebra la gala de Gran hermano pienso que no puedo escapar de la estupidez ni en mi propia casa.

------------

Mientras escribía lo relatado arriba mi madre ha entrado de sopetón en mi cuarto, ha encendido la luz y me ha obligado a vagar sin rumbo por tuenti viendo fotos insustanciales. Mientras giraba la rueda del ratón de arriba a abajo perdiendo el tiempo, apoyada sobre la palma de mi mano veía de reojo como traía la ropa limpia y la colocaba pefectamente en los sitios que ella misma había dispuesto para toda ella.
Abre el cajón de los calcetines y mete un puñado dentro.
-...
-No me gusta que tengas un calcetín de madre y otro de padre
-¿Qué? - pregunto confusa aunque lo que más me hubiese gustado decir hubiese sido "WTF?"
-No me gusta que tengas un calcetín de cada. Desaparejados.
-Y a mi no me gusta tenerlos aparejados.
-Pues vamos a tener que llegar a un acuerdo - dice amenazante.
-... - sigo mirando la pantalla de mi ordenador.

-¿La luz estaba encendida o apagada?
-Apagada - contesto enfurruñada por la intromisión y la amenaza implicita en su tono de voz.

Cierra la puerta y se larga. Aun la oigo dando paseos por la casa, intentando poner todo en orden. Porque es su rollo. Es lo que le gusta. Tener todo perfecto y controlado. No porque sea una persona pulcra. Sino porque le gusta fardar. Es una vanidosa. La gusta decir que si su hija tal y su hija cual. Que si su casa tal que si su casa cual.
¿A quién le importa si llevo un calcetín de cada color?
Corrijo: No puedo escapar de la estúpidez ni en mi propia habitación.