Koral va a la universidad

Salgo de casa con las expectativas altas y nada más abrir la puerta del portal me encuentro con la noche. No me gustan las "noches mañaneras" y además hace mucho frío, tanto que me tiemblan las manos.
Voy con la carpeta de la universidad a cuestas y prácticamente corro hacia el metro porque no quiero llegar tarde.
Dentro, calor. En el anden de la estación de tren, frío.
Me monto en el tren y mis esperanzas de avanzar en los relatos de Stephen King es truncada por la marea de gente que se apiña a mi alrededor. Sólo huelo sobacos y veo cuellos.
Prefiero no bajarme en atocha para no perderme entre los autómatas que van a trabjar, pero en nuevos ministerios acabamos otra vez apretados y pasando calor. ¿Huelo yo a sudor del calor que hace o es el de los demás?
Llego a mi destino y pregunto por la clase. Módulo VII, 101. Vale, voy, entro y me coloco en las filas de atrás, ya que las 5 primeras ya están llenas. La clase se va llenando y mi fila sigue vacía. El profesor llega y prepara las cosas. Sigo siendo la única en mi fila.

Me gusta el profesor de literatura. Aunque no me gusta leer en alto y espero que no me toque nunca. Según él para leer bien un poema debes de hacer que no sólo tu pases vergüenza, sino también todos los demás. Y eso fue lo que pasó. Pidió dramatísmo y le dieron demasiado. Pidió una voz orgásmica y se la hicieron.

Odio gramática. Es sintáxis a lo bestia. Pero me gusta el profesor.

Los de japonés me recuerdan a mi misma hace unos años. A veces no me gusta haber cambiado tanto ni haber madurado. Otras veces sigo pensando que soy una puta niñata.

Sé que ya que soy de filología hispánica debería escribir mejor esto pero he llegado hace escasa 1 hora y media y me quiero ir a dormir pero debo empezar a leerme el quijote, Los martes de carnaval, el libro de gramática y el de Literatura latina, pasar apuntes a limpio y aprenderme el hiragana y el katakana.
La universidad no es tan bonita cuando la pintan. Odio septiembre. Odio el plan Bolonia.