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sábado, 31 de julio de 2010

Cuando escribo

Las ideas vienen y van. Cuando se trata de escribir hay veces que nada más sentarte las emociones fluyen y aporreas el teclado cual simio hasta que acabas un párrafo lleno de lo que tu llamas expresiones coloquiales que definen perfectamente tu estado de ánimo, y los demás, palabrotas. Sientes que este texto es diferente, que cuando la gente lo lea se dará cuenta de toda la retórica, de cómo te esmeraste en colocar esa coma, ese punto, y de utilizar sinónimos. Pero nadie nota eso. Si algo está bien pasa desapercibido. Si está mal causa diferentes reacciones, entre ellas, la de repulsa.

Otras veces hay que obligarse a escribir. Bien porque crees que así te desahogarás o bien como yo, ahora que quiero, no, necesito escribir una novela. No una. Mi primera novela.

La inspiración me viene, o bien cuando estoy sumergida en un gran pantano lleno de mierda y formas de vida de diferente peligrosidad y ferocidad, o cuando estoy apunto de quedarme dormida abrazada a la almohada para así suprimir el aspecto social en mi vida que a veces tan biológico y necesario es. Hoy me he decantado por la segunda, y mientras, como una profesional me arrugaba la frente siguiendo la dirección de las cejas y apretaba mucho los ojos para ver colorines me he forzado, a estar medio adormilada y a que viniesen las ideas simultáneamente.

Como necesitaba, no sólo un riachuelo, sino un torrente de ellas, en vez de levantarme para sentarme en el PC y cegarme con la hoja en blanco del Word, he decidido coger mi bloc de notas real, que ahora siempre está a mano, un boli y he escrito incoherencias en la oscuridad de mi habitación, pidiéndome a mi misma control y dominio sobre mis músculos para no cagarla y que se solapasen las líneas.

Son palabras sueltas y frases sin sentido que espero, al releer, evoquen lo que en mi mente creé una vez, y que necesitaré más adelante para destripar y salpicar en el teclado con total precisión y sutileza.

“Va por la izq. Contradecir. Familias rotas y consolidadas. Empate. No siente nada. Mendigo. Mendigo ayuda. Chica. Luego casa. Amigo. Primero colegio. Antes de irse escena del árbol. Casa. <3”

Y ahí queda resumida la novela en la que estoy trabajando.

¿Os habeis dado cuenta del gran número de oraciones disyuntivas en el texto, o no? Son demasiado largas que incluso yo me pierdo al escribirlas.

Qué dirá eso de mí….



Me encanta asomarme por la ventana en la mañana mientras los riegos están puestos y empieza a amanecer. ¿Quién narices quiere un crepúsculo?


Me voy. Me voy y vuelvo el siguiente domingo.

1 Comentarios.:

AlexCrazySajke dijo...

¿Que quiere un crepúsculo?
Que lo veas y consiga que llegues a sentirte bien. Porque te aporta una sensación de calidez muuuuy agradable.