¡Feliz Cumpleaños Fran! toma unos gatitos cumpleañeros.


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Según la RAE:
Amistad: (Del lat. *amicĭtas, -ātis, por amicitĭa, amistad).
1. f. Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.
En cambio, la mía, por simple y corta que parezca no puede menospreciarse ni tacharse de incorrecta. Para mí la amistad es una “simbiosis”. ¿Y qué es pues, una simbiosis y en qué difiere de la amistad según la RAE?
La clave está en la palabra “desinteresada”. La simbiosis se basa en un trueque, y es que para mi la amistad es dar y recibir (por mal que suene). Sigue pareciendo simple pero se debe dar lo que la otra persona necesita exáctamente y a cambio debes recibir algo por lo que merezca la pena sacrificarse en dar “eso” que tanto necesita el otro.
¿Y a qué coño viene esto? – preguntareis.
Pues viene de otra pregunta que yo misma me he hecho ante recientes eventos sociales.
Si llamo de forma despectiva (gilipollas, idiotas, imbéciles…) a mis amigos…¿Qué se supone que hago con mis enemigos?
Tengo un largo historial subido en la red en donde mantengo pequeñas batallas con individuos.
Siempre se dice que las mujeres castigan con el silencio y que esto a los hombres les encanta. Yo creo que el mejor ataque que se puede hacer es con palabras. Argumentos bien razonados de porqué alguien es estúpido son la mejor forma de hacerte con un par de enemigos.
Falacias que escribo. Tautologías. Cosas que la gente estúpida se cree. Y ya bastante argumento es ese, ¿no?
Creer que yo tengo el poder de argumentar la estúpidez de alguien. Sí te lo crees. Estúpido es que eres.
Nunca he tocado a un muerto pero dicen que cuando nos morimos nuestro cuerpo se queda tieso, duro y frío. Si lo de duro y frío fuera cierto, quizás la necrofilia sería, para nosotras, una posibilidad real y dejaría de ser un terreno exclusivo reservado a forenses y vigilantes de la morgue. No sé a qué viene todo esto. Bueno sí, en realidad lo que quería contar es que este fin de semana he estado en Palencia. Sí, Palencia. Nadie me ha obligado. Nadie me ha puesto una pistola en la cabeza para que fuera. Supongo que no ha sido más que un ejercicio de masoquismo, supongo que ha sido como querer follarme a un muerto (no termino de comprender qué extraño mecanismo de mi cabeza me lleva a comparar a Palencia con un muerto pero, no lo puedo remediar, funciono así).
Hacerse pedazos, literalmente, rasgarse cada fibra del cuerpo y bramar, vociferar, chillar hasta que las cuerdas vocales se desgarren. Supurar. Y sentir el ardiente latigazo en tus carnes. La sangre arremolinándose. La piel deformándose.
Escuece y pica. No las heridas sino tus ojos. Que estaban tan secos y ahora sufren cuando las lágrimas caen. Porque intentas creerte que son lágrimas. Intentas pensarlo con fuerza. Pero tus gritos resuenan en tus oídos como si fuera el dolor de otro. Ahora sientes el dolor lejos, muy lejos, pero taladrándote el alma, desgarrándote el corazón.
Y te vuelves loco. Tanto dolor te ha desconectado. No ves. No oyes. No sientes. No te duele.
Desgarradores besos, Ko.
Tan Patética como una Nomeolvides.[...]Te intentas armar de valor y... ese valor nunca llega. Ahora es cuando envidias todo; los gusanos de seda, las hojas de los árboles que caen a la par y los dos corazones que laten dentro de esas personas que caminan agarradas de la mano.Tienes 18 años y te has enamorado. Te has enamorado y lo odias. Te levantas por la mañana preguntándote ¿Cómo pueden dos sentimientos tan contrarios vivir en mi interior sin luchar? ¿Por qué me odio tanto? ¿Por qué la amo tanto? ¿Por qué todos han mentido? ¿Por qué?… ¿Por qué?
Porque mienten como bellacos al clamar que el amor es un sentimiento majestuoso. Porque si preguntaran a Catherine Earnshaw que qué es el amor les dirá que el amor es Heathcliff. Heathcliff el sucio, el salvaje, el odioso, el apasionado, el vengativo…
Porque aunque sonrías cada mañana al verla y te maravilles ante su perfil renacentista y sus finos labios entreabiertos exhalando suspiros te alimentarás de fantasías. Fantasías en las que la besas; con calma, sintiendo cada húmedo roce, vibrando a la par que sus gemidos regalados cuando la tocas en lo más profundo de su ser.
Vuelves a la realidad y te mira de forma cariñosa. Pero no de esa forma. No como quieres. La sonríes y ella te imita, baja la mirada y gira la cabeza para deleitarse cuando el crepúsculo vence al día mientras que la noche saborea la victoria. En ese crucial momento te quiebras por dentro y te das cuenta de que lo que creías amor, es un desamor.
Evoco aquellos días en los que en las clases de filosofía defendía la inteligencia a la felicidad.
¿Quién coño quiere ser inteligente cuando puede tener sexo?
Amorosos, Sexuales y filosóficos besos, Ko.
Todo en la vida apunta al amor. Los anuncios familiares, los asientos dobles en el autobús, las monedas de dos euros… Todo te grita que tu único propósito en el mundo es el de encontrar una pareja, procrear, tener descendencia, y si tienes un buen trabajo; un coche familiar y una hipoteca que terminarás de pagar a las 65 años. No creo ser la única a la que la idea le desagrada. O al menos lo espero. Más que desagradarme me aterra. No porque sea una terrible persona con todas las papeletas de quedarse sola, sino por el mundo. Me gusta luchar por las causas sociales importantes como el uso del condón para evitar las ETS y la masturbación femenina. Tal y como va el mundo me van a obligar a escribir y exhibir pancartas tales que “No al amor”, “No a las parejas, Sí a los tríos” o “El amor provoca cáncer testicular y cuernos”.
Todo comienza cuando tienes 9 años y aun no te has besado con nadie. Tu compañero de pupitre se jacta de esas 3 monadas que le cogen de la mano y le dan besitos, (pero en los mofletes, en los labios no que la saliva ajena da asco). Tú te mueres por besar a alguien, y tu primo te dijo que a botella no se juega hasta que tienes por lo menos 11 o 12; pero te sientes rebelde, debes hacerlo, debes al menos idear un plan y proponerlo o llegarás al instituto siendo virgen bucalmente hablando.
Capítulo XVIII:
Donde se cuentan las razones que pasó Sancho panza con su señor don Quijote , con otras aventuras dignas de ser contadas
[...] Pero no vayas agora, que he de menester tu favor y ayuda; llégate á mí y mira cuántas muelas y dientes me faltan; que me parece que no me ha quedado ninguno en la boca.
Llegóse Sancho tan cerca, que casi le metía los ojos en la boca; y fué á tiempo que ya había obrado el bálsamo en el estómago de Don Quijote, y al tiempo que Sancho llegó á mirarle la boca, arrojó de sí, más recia que una escopeta, cuanto dentro tenía, y dió con todo ello en las barbas del compasivo escudero.
-¡Santa María! - dijo Sancho-,¿y qué es esto que me ha sucedido? Sin duda este pecador está herido de muerte, pues vomita sangre por la boca.
Pero reparando un poco más en ello, echó de ver en la color, sabor y olor que no era sangre, sino el bálsamo de alcuza, que él le había visto beber; y fué tanto el asco que tomó, que revolviéndosele el estómago, vomitó las tripas sobre su mismo señor, y quedaron entrambos como de perlas.[...]
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