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sábado, 24 de abril de 2010

Acosadores

Últimamente, y gracias a mi Diosa y modelo seguir Beta, me he estado diviertiendo gracias a una herramienta llamada Statcounter.
Con Statcounter.com puedes saber la I.P de quién visita tu pagina web, su localización, la página por la que ha llegado a tu web o si gracias a un par de palabras mágicas dichas al Sr. Google te han encontrado.Hasta ahora pocas visitas había tenido, o más bien pocas interesantes.

Hoy he descubierto, que si escribes "porno chacha" en google en la sección de blogs me encontrarás.
También que esa persona que buscaba porno chachas es de Aragón. Más concretamente del Ministerio de defensa. Imagino que buscaba un buen relato en el que un viejo se tiraba bestialmente y sin su consentimiento a su chacha rumana. Podría haber escrito algo así, pero no.
En cambio se ha encontrado con una foto de Mónica y mi corto texto sobre ligas que no abrigan. Mala suerte.

Pero esto no me molesta. Lo que me tiene más inquieta es que alguien me ha buscado en google expresamente a mí. A mi relato.

drill down642.86%paranoica coral "memento mori" gula carmen
drill down428.57%coral "memento mori" lujuria gula avaricia

Entiendo el añadido de pecados. Lo que no entiendo es ese "carmen" además de mi seudónimo en el certamen literario.

¿Me ha encontrado algún profesor o es que soy en efecto una paranoica?

viernes, 23 de abril de 2010

Bis

Hoy he tenido un deja vú.

Pero no me ha gustado.
Y para evitarlo he decidido que pese a hacerme un sandwich. Me lo haría con diferentes ingredientes.
Aquí va la nueva receta.

  • Dos rebanas de pan (panrico)
  • Un tomate (sin cortar, que se va el sabor)
  • Un bollito de chocolate (sin abrir que la glucosa se estropea)
  • Un donut (en envase individual, de esos emos)
Voilá. Esta vez no me he quedado con hambre.


Besos, emuladora de Quevedo (que hace poemas a las moscas), Ko.

jueves, 22 de abril de 2010

Sandwich

Me aventuro a creer que he dado con el problema de la humanidad. No, no son como dice Evo Morales los pollos genéticamente alterados con hormonas femeninas que producen calvicie y homosexualidad. Que vá. Tampoco es saber por Belén Esteban que vivimos en la Edad Moderna (que empieza con la aparición de la escritura...¿o era la Edad Media?)

Son los Sandwiches.

Generalmente en el fatídico momento que te das cuenta de que te ruge el estomago por un antojo te alegras. Porque eres una de esas personas que suele tener hambre, y no sabe de qué, pero que si le preguntan que si quiere algo se pone tiquismiquis y acaba por rechazar cualquier cosa.
Esa felicidad dura poco, pues normalmente estás o bien viendo la tele en el sofá tumbado medio amodorrado aún de la comida, o bien sentado en el ordenador. Es en ese momento cuando te planteas ¿merecerá la pena el viaje a la cocina? ¿Tanta hambre tengo? Y haces un balance entre pros y contras. Suelen ganar los pros, incluso para los vagos, porque todos conocemos la atrayente fuerza que tiene la nevera y que nos impulsa a ir en su busca varias veces "sólo para ver lo que hay sabiendo que no hay nada".
Hoy quieres un sandwich vegetal. Más bien un monstruoso y genéticamente mutado sandwich que de vegetal acaba teniendo poco, pues mientras los relámpagos se suceden y los truenos crean una atmósfera fantásmagorica, en la habitación de al lado el Dr. Frankenstein crea vida mientras tu en tu cocina preparas tu sandwich.
Coges lo esencial, dos rebanadas de pan bimbo (por si no lo habíais pillado me pagan para hacer publicidad) sacas la mahonesa, un tomate y una hoja de lechuga. No contenta con un sandwich así rebuscas por la nevera y piensas: "Ya que soy omnivoro..." Y te lanzas sobre los tranchetes de queso, la pechuga de pavo y porqué no, la tortilla francesa que ayer no te comiste en la cena.
Cuando tienes todo sobre la mesa sale el cocinero y el químico que todos llevamos dentro. La primera regla que todo el mundo debe saber, es que el tomate jamás puede ir sobre el pan, o sino acabarás comiendote gazpacho con migas. Tras sopesar que la lechuga y el queso hacen de barrera protectura contra la humedad extiendes una fina capa de mahonesa sobre el pan. No lo bastante como para humedecerle, sólo para darle un toque suave. Después del químico sacas al arquitecto y comienzas: en una rebanada lechuga, al igual que en la otra, la simetría es fundamental. Luego las rodajas de tomate, sal, encima pavo, luego queso, y por último la tortilla, y acabas por juntar las dos mitades que tienen los mismos ingredientes, salvo la tortilla que es compatida. Te sientes un genio, no comprendes como puedes suspender en clase.

Y aun así, hay más hueco en tu cerebro para más genialidad, pues determinas que el tomate, aunque ya no supone un peligro para el pan, te pringará a ti, y las servilletas de papel no se usan como paraguas. Coges dos servilletas, papel albal (también hago publicidad de ellos) y vistes tu sandwich, pero no del todo, ya que sabes que es un poco putón, así que dejas que la mitad sea visible, no más, que eso es de zorras.
Y voilá...


Tras comer el sandwich siempre ocurren dos cosas:

Too much or not too much? That's the question!

En cuanto a mi...yo me he quedado con hambre.



Aun hambrienta y pensativa, Ko.

Say Waht? 2nd?

Recordais mi Relato "Memento Mori" ¿No? ¿Seguro? *suspiro*
Pues me veo en la obligación de repetiroslo. No es por nada. Sólo he quedado en 2º lugar junto a Inés en el Certamen literario.
Los tres mejores relatos jamás escritos para el certamen. No se han atrevido a elegir sólo 2, como es lo típico. (No hay 3º premio). ¡Enhorabuena Cristina por el 1º premio! :3
3 personas de una misma clase se presentan y ganan. :) Fuck everyone.
Así que aquí va otra vez.

"Memento Mori" del latín que significa "Recuerda que moriras" porque todos somos mortales.
El Viernes 23 es la entrega de premios.

Memento Mori

Soberbia

Me alzaré al movimiento de la altiva, ella, mi espléndido pavo real. La menospreciaré. Me menospreciará. Y juro, que yo seré más.


¡Cuánto daño me hiciste pequeña Meredith! ¡Cuanto sufrí yo! Recuerdo cuando éramos pequeños, lo que no sé es si lo recuerdas tú.

Corríamos entre el aroma de la madreselva y el color de las nomeolvides de tu jardín. Todo salpicado por el brillo de tu melena pelirroja y el resplandor de tu piel de porcelana. Me dabas la mano a escondidas y me dejabas recostarme en tus piernas tras el pilla-pilla. Me relatabas tus sueños y tus anhelos, tus fracasos y tus miedos.

Me fui y cambiaste. Ni siquiera me saludaste. Ahora eres tan fría como el clima londinense. Tan aristócrata y tan prepotente…

Lo sé, han pasado cinco años, pero yo aun no te he olvidado. Al contrario que a ti, a mi la guerra no me ha cambiado. Me he reservado como me recuerdas, por ti. Y ahora que vuelvo me encuentro con “ella”. Tan preciosa como pretenciosa. Tan elocuente como odiosa. Me encuentro los desprecios de una dama de clase alta a un simple general del ejército. Perdóname, ya sabes que yo no era rico. Que jugábamos a escondidas pues nuestros linajes no permitían ni nuestra inocente amistad ni mi platónico amor.


En la fiesta de Lord Valentine todo el mundo aparenta. Todo el mundo actúa bajo una serie de inanes normas de cortesía hipócritas. Y como tu no eres menos te sientes obligada por ellas a saludarme con toda la elegancia que te caracteriza, porque no hay mayor desprecio que no decir siquiera una palabra y aún no me desprecias. Aún.

¿Cómo está usted, Lázaro? Preguntas por cortesía Oí que la guerra fue muy dura.

Hay cosas aun peores en la vida, créame, Milady te respondo arrojándote un reto.

¿Peores que vivir bajo el mismo techo que la muerte? ¡No diga tonterías! No hay nada peor que la muerte.

La muerte ni cambia ni engaña, sin embargo, las malas compañías, la juventud y la belleza pueden corromper al más cristiano. Pueden convertirlo en un ángel caído, y los ángeles caídos… Esos ángeles son peores que la muerte.

Tu cara de indignación pronto debe ser sustituida por una de satisfacción. El conde de Mim se acerca y se introduce en una improvisada conversación.

Si me disculpan debo ir a hablar con mi superior, nunca se deja de estar de servicio, ni siquiera en una fiesta tan fantástica.

Un apretón de manos para el caballero y un beso en la mano para la dama, no sin antes dejar grabada mi mirada, porque aunque me incline para besarte yo te miraré desde arriba.

El juego ha comenzado.


Y merecerá la pena que la rueda mi condena sea.


Envidia:

Engendrando al indecoroso monstruo que ella me forzó a crear. La despreciaré. Me despreciará. Y juro que mía un día será.


En un momento de lucidez me percaté de su cercana presencia a ti. Te pedí que me le presentaras aunque con mala cara y tú, ávidamente, me complaciste.

El Conde de Valiel pronunciaste con una sonrisa torcida Mi prometido añadiste con sorna.

¡Arpía! ¡Indigna! te quise gritar, más no hallé en mi la voluntad para herirte con semejantes palabras. Sin preocuparme por la cortesía me despedí y salí del inmenso lugar. Aquel lugar maldito, un baile de máscaras dónde tú llevabas la más horrenda. Porque esa careta refleja tu moralidad. ¡Meretriz! Te sigo perjurando en mi interior. ¡No eres más que una cualquiera! ¿Y él? ¿Cónde? No has perdido el tiempo querida. Pero el juego continúa y aunque apueste mi propia piel para ganarte lo haré. Sé que sufriré, pero acabarás volviendo a mí como un perro rabioso. Aunque ahora yo esté dominado por el monstruo de ojos verdes cambiaré el jade esperanza de tus ojos por la esmeralda de la envidia.


Y merecerá la pena que sumergido en agua helada yo sea.


Avaricia:

Atesorando efímeras melodías que ella se disponía a tocar. La robaré. Me robará y Juro que un día a mí me pertenecerá.


Meredith, eras como el aire. Entrabas en mí y luego salías purificándome. Unas veces eras cálida como un suspiro y otras veces tan gélida como un vendaval. Aunque ahora eres tan indiferente como los días en los que todo está imperturbable porque el viento no sopla, pero el aire sigue estando ahí porque lo necesitas para respirar.

Al igual que en mis viajes, en sueños y momentos de oscuridad buscaba tu mano y tus ojos pero no los hallaba. No había ni un ápice de luz que me calmara. Esa era mi penitencia, mi martirio, mi condena.


A mi regreso y tras aquella fiesta resolví ir en tu busca y en tu mansión me presenté. Desde la sala se escuchaba la sublime melodía de un piano que como el flautista de Hamelin usabas para seducir. Con todo el atrevimiento que me caracteriza abrí las puertas de la sala sin invitación y me acerqué con sigilo, parándome detrás de ti y viendo como tus finos dedos bailaban entre el marfil de las teclas. Probablemente me oíste pero no dejaste de tocar.

Chopin es la ira, Liszt la soberbia, Salieri la envidia, Schubert la pereza…

¿Quién es la avaricia? pregunté ansioso.

¿Quieres conocer a tu igual?

Te abracé por detrás sintiéndote mía.

Pese a la fachada de serenidad que portas tu cuerpo te traiciona deleitándome con estremecimientos ante cualquier simple roce. Te estreché con más fuerza contra mí a la vez que enterraba mi cabeza en tus cabellos rojos como el fuego que encendían la llama de mi deseo. Tras inundarme de tu fragancia pude relajar el fuerte agarre con el que te oprimía, entonces comenzaste a tocar otra melodía diferente. Era apasionada, espontánea, era…

Beethoven.


Lo quiero todo de ti. Tu música, tu olor y tus miradas. Quiero que me devuelvas todo lo que me pertenece; mi inocencia, mi paciencia y mi cordura. Te robaré expresiones, te arrebataré suspiros, atesoraré tus gemidos, y los guardaré celosamente en mi interior, porque toda tú me perteneces. Aunque no hoy. Vas ganando este pecaminoso juego. Por ahora. Hasta ahora.


Y merecerá la pena que en aceite hirviendo puesto yo sea.


Gula:

Saboreando el recuerdo de sus manos, aquellas de las que me hizo beber. La tentaré. Me tentará. Y juro, que en mis redes caerá.


Hace tiempo que olvidé el juego y me limité a sentir. A sentirte.

Con las mejillas encendidas y los labios entreabiertos me observas.

Tienes que parar Lázaro tu boca me dice una cosa, tus manos claman por otra. –No puedes seguir haciéndome esto.

Cualquiera podría entrar, y yo no haría más que dejarles observar como me deleito con el festín que es tu cuerpo. Mis labios contra tu ardiente cuello. Bebiéndote, devorándote, degustándote… Pero nunca es suficiente así que tengo que continuar. Fuera tu corsé. Fuera tu liga. Mi apetito voraz nubla mi racionalidad y yo me alimento de tus incesantes gemidos. Me nutro de tu desesperación e incapacidad, de tu deseo y pasión ocultos.

Porque eres como el chocolate puro, amarga pero irresistiblemente tentadora.

Te necesito. Te deseo. Te poseo.


Y merecerá la pena que sapos y culebras comer yo tenga.


Pereza:

Dormitando en las nubes a las que ella me hizo llegar. La atraparé. Me atrapará. Y juro, que no la dejaré escapar.


Todo es claridad; tu pelo, las sabanas. Todo tan blanco y envolvente que no me quiero levantar. Quiero seguir dibujando líneas en tu espalda. Quiero sentirte temblar bajo mis caricias. Quiero ver tu alborotado pelo enmarcando tu angelical rostro. Simplemente quiero no volverme a levantar.

Gírate y mírame princesa, que ya no hay prisa. Que la escurridiza serpiente ha encontrado su nido y te quiere a su lado; ronroneando, suspirando.

¿En dónde piensa tu pobre e ingenuo prometido que te encuentras ahora mismo?

Inflas tus pulmones de aire y lo dejas salir lentamente. Con dolorosa parsimonia te giras y me encaras con los ojos entrecerrados y legañosos.

En casa de Ann respondes sin más.

Se te cierran los ojos y tus manos buscan mi pecho. Me encuentras. Te acurrucas.

Quédate un rato más susurras contra mi torso.

Suspiro y me doy por vencido. Me limito a acariciar tu pelo y a añadir un pecado más a la larga lista que se dibuja entre las finas sábanas de esta cama mancillada.


Y merecerá la pena que arrojado a una fosa de serpientes yo sea.


Ira:

Danzaré al son de la violenta cólera, con ella, la pareja que me sacó a bailar. La odiaré. Me Odiará. Y juro, que todo terminará.


Ha estallado otra guerra y he sido destinado para luchar en ella.

Una frase, una sola frase hizo que las emociones y la razón se separaran; quedando la razón en una especie de limbo, deambulando y viendo como las emociones carcomían el ya putrefacto cuerpo, incapaz de ser retenidas, siendo destiladas por cada poro, en cada fluido, en cada gesto. Corrompiendo el cuerpo en el que tan hábilmente habían sido encarceladas, enjauladas. Pero nunca más. Se han revolucionado. Han estallado.

¡Me abandonaste! Juraste que siempre estarías a mi lado pero…

Meredith, por favor.

¡No intentes engañarme con tus necias súplicas que no sientes! No sé cuando todo se convirtió en odio pero créeme, te detesto. Te detesto más que a nadie.

Te agarro del brazo. ¿Cómo puedes ser así de insensible? Yo luchando en la guerra y tú mientras jugando a las princesitas.

¿¡Y ahora!? ¿¡Me abandonas otra vez!?

¡Yo no elegí esto! – Te rebato iracundo - Decidieron por mí ¿Acaso la sociedad en la que vives es nueva para ti?

Me vuelves a abofetear y te lanzas con fiereza contra mí golpeando mi pecho con tus pequeños puños. Sonríes al comprobar que aprieto más el agarre y te atraigo hacia mí.

-Se acabó Meredith. Esto es nuestra despedida. Te haré el amor como nadie te lo ha hecho nunca, serás incapaz de amar a nadie más que a mí – la sorpresa baña tus ojos y por un momento te ves tan rota y destrozada que casi siento lástima.

-¡No me hagas esto por favor, Lázaro! –exclamas entre lagrimas forcejeando para escapar.

-El juego está por terminar, Milady.


Y merecerá la pena que desmembrado yo sea.


Lujuria

Ensayando las miradas con las que ella un día me enamoró. La poseeré. Me poseerá. Y juro, que para siempre me necesitará.


Te atraigo más hacía mí profundizando el beso pero tu te resistes. No quieres. Porque sabes lo que significa, esto es una despedida. Es nuestro adiós.

Poco a poco mi lengua se abre paso en tu boca y noto las saladas lágrimas que caen por tu rostro. Te separo solo unos milímetros de mi cuerpo.

-Quizás muera Meredith. No. Lo sé – te acaricio la mejilla – seremos uno por última vez aquí, donde todo comenzó.

Tu resistencia flaquea y tu cuerpo se arquea contra el mío demandando el placer prometido en mis palabras. Te empujo contra la pared, encarcelándote bajo mis brazos que alzan los tuyos sobre tu cabeza, incapacitándote. Antes de que pueda pensar siquiera lo que hago estás despojada de tu ropa, desarmada emocional y físicamente. Mis manos son como anguilas que danzan por tus piernas, mandándote descargas y haciendo que me regales tímidos gemidos que quedan libres de pudor cuando entro en lo más íntimo de tu ser. Frente al poco tiempo que nos queda tenemos una intensidad abrasadora, tanto como el contacto de mi lengua contra tu pecaminoso cuerpo.

De un rápido movimiento me fundo conmigo, hundiéndome lentamente en la calidez de tu cuerpo. Tierna y cuidadosamente, grabándome a fuego cada una de las sensaciones que ahora mismo recorren nuestro cuerpo, porque nos hemos vuelto uno.

-Te Amo, Lázaro.

-Te quiero, Milady.


Y merecerá la pena que asfixiado en azufre yo sea.


Ella no quiso ser vieja sin él. Aquel al que ni siquiera le dieron la oportunidad de ello.

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Notas de la autora:
  • La frase final que acaba con "Y merecerá la pena que..." es la condena que tiene el mencionado pecado capital en el infierno.
  • La frase final de la historia no está escrito en primera persona por razones obvias. xD
  • La historia es continua pero cada parte está sublavada al pecado al que corresponde.

Meredith.


martes, 20 de abril de 2010

Shoes much?

Cuando mi madre me preguntó inocentemente si queria pasarme por el Plenilunio a mirar zapatos para mi vestido de graduación mi boca se movió en un "No", pero acabé diciendo "Sí".

Puede que sea la única mujer sobre la tierra que odie ir de compras. Y no miento cuando lo afirmo y reafirmo. Lo odio. Aunque siempre acabo olvidandolo y acompañando a alguien.
No sé si es por el "chumba-chumba" de las tiendas, por los dañínos colores nucleares o por tener que andar kilómetros de tiendas sin encontrar nada o encontrarlo y no tener dinero.

Esta tarde corrimos de tienda en tienda buscando algo. Mi madre siempre encuentra algo, lo coge, lo admira dándolo vueltas con una sonrisa en la cara y entonces se hace a un lado para presentarme al susodicho zapato. Su sonrisa se volatiliza en cuanto murmuro "Horrible" y lo deja en su pedestal de nuevo con una mueca de enfado cual niño pone cuando se le cae la bola de helado y no le compran otro por irresponsable.
Así tienda por tienda.

Madre: Mira, pruébate este.
Yo-No es mi talla.
M-Pues pedimos una más pequeña.
Yo-¿Para qué? Es feo, no me gusta, una talla menos no lo va a cambiar.
M-Tu espera a verlo puesto, hija, que lo ves así y parece soso pero luego puesto es otra cosa.
Yo-Un zapato feo es feo te lo pongas o no.
M-Que tiquismiquis eres, coño.
Yo-Claro, como no me quiero gastar 45 € en un zapato con un tacón de 10 cm para usarlo durante 5 minutos... - apúnto irónicamente a la vez que mis ojos se ponen en blanco y me cruzo de brazos.
M-Pues mira, ponte esta sandalia - busca como solución mi madre.
Yo-Odio las sandalias. Quiero unos con cuña.
M-Mira, este, con cuña.
Yo-Eso no es cuña.
M- ¿Y entonces que es?
Yo- Plataforma en la parte delantera y tacón atrás.
M-Pues eso.
(insertar cara de "¡pero que cojones!")

...Más y más tiendas. Pasamos por el Blanco, por Mary paz, por Zankos, por Lola Rey... Estaba harta de quitarme mis converse y mi calzetín amarillo para probarme zapatos feos y horriblemente dolorosos. Enterraba mi cara entre mis manos y gritaba mientras ella seguía en busca del zapato de cristal de cenicienta.

M-¿Pero hija, tú que buscas?
Yo-Un zapato que esté en las intersecciones de los circulos - "Que sea cómodo" y "relativamente bonito" - dije dibujando círculos en el aire.
M- pides demasiado
Yo- ¿Ah, si? Pues mira, voy a ir con unas converses, cómodas y bonitas.
M-Ni se te ocurra
Yo- Huy que no. Ya verás. Además me pondré unos calcetines altos de rayas también.
M-Vas a parecer una payasa ridícula.
Yo-Al menos no seré una gilipollas descalza con el pie lleno de ampollas y rozaduras en el centro de Madrid.
M- Mira, yo tengo unos zapatos preciosos con una cremallera por detrás que no me puedo poner.
Yo- Pues ya está, yo no quiero eso.
M- Te pones esas cosas de compeed.
Yo-Sí, por todo el pie, no te jode. Voy a hacerme diseñadora de zapatos. Los haré cómodos y bonitos.
M-Eso es muy dificil.

[...]

M-Muchos pensarán que tienes una madre guay por comprarte tantas cosas (2 camisas y un bañador) - dijo mi madre con una sonrisa haciéndome ver lo afortunada que era por tener una mami que me comprara ropa para salir más de casa a estrenarla.
Yo-Mucha gente tiene paga - rebatí sarcásticamente pensando cuan equivocada está y lo mucho que le es indiferente todo lo que me agrada y desagrado - suspiro.



Aun cabreada y sin zapatos, Ko.

lunes, 19 de abril de 2010

Deutschland VI

Ayer me pasé dos horas hablando con Noah por el chat del facebook. Me trae tantos recuerdos...
Cuando le pedí a su hermana que me lo dejara como hermano pequeño, cuando nos pasabamos minutos preguntando "What?" "so, WHAT?", cuando él y muriel me hacían burla cuando hablaba con mi madre por teléfono, cuando nos despeinabamos por las mañanas al desayunar y acababamos peinandonos, cuando le pedía que dijera "Damnit", cuando silbó a un perro para que se acercara y cuadno le fue a acariciar el perro se asustó de él y yo me tiré todo un día riéndome de él por eso o como cuando la última noche dormimos él, Muriel y yo en mi cama apenas dos horas.
Tengo muchos recuerdos de todos. Al acabar de hablar con él estaba al borde de las lágrimas, pero con una idiotica sonrisa en mi cara tras haber recordado tan gratos recuerdos. Estoy montando una campaña vía facebook para volver a reunirnos, sino todos, unos cuantos.
Y aunque desee que Muriel venga a mi casa, acabaría echando en falta al resto: Los polacos; Monika, "The pole" y la rubia. Los Italianos; Lara, Terence e Isabella. Las Hungaras; Vera, Barbie y Briggita. Los británicos; Sean, Andrew y Katryn. Algunos alemanes; Lisa, Carina, Muriel, Lena, Jonas... Y por supuesto a mis queridos Estadounidenses; Noah, Jonathan, Samantha, Ivy, Kristen, Ephaim y Mathias.
No sé si podrá haber un reencuentro o no. Todo lo que sé es que necesito verlos otra vez. Porque los echo de menos. Aquella intensa semana, que, auqnue llena de conferencias y charlas sobre el calentamiento global logramos convertir en divertidos ratos despreocupandonos de el Co2.

I miss you all guys.

domingo, 18 de abril de 2010

Deutschland V

Creo que el declive de mi viaje a Alemania fue, según creo recordar, un jueves.
Cuando viajo a otros países no suelo comer apenas, y aquel día en el que nos congregamos en mi casa los españoles, Jonathan y sus respectivos alemanes no fue diferente. Después de pasarnos buena parte de la tarde haciendo el idiota por la casa, nos dispusimos a merendar unos pancakes. Yo me había cabreado ya que los españoles me habían dicho que cortara el rollo tratando de poner acento inglés o algo, que no hablaba inglés tan bien como para eso y que parecía una pija, que otra chica del instituto hablaba mejor inglés que yo. Dañada en los más profundo de mi orgullo me enfurruñé de tal manera que decidí no merendar. Tras un tiempo callada y negandome a hablar inglés acabamos llendo a una fiesta.
En el andén me acerqueé a los otras chicas alemanas y Muriel estuvo fardando de cuantos insultos en alemán me había enseñado.

Un día en el bus de camino al instituto, mientras Muriel hablaba con nostros en inglés, Noah y yo gritabamos los insultos en alemán. Una chica de enfrente nuestra comenzó a conversar con Muriel y se reía de todas las barbaridades que ibamos gritando.

La fiesta a la que fuimos era en casa de una de las alemanas y estaba practicamente todo el mundo. Después de ser llevada a caballito por Jonathan entramos en la casa. Nos tomamos unas cervezas con cocacola y fuimos al piso de arriba dónde había un ambiente de fiesta-porro y rolletes. Me aburría aquel ambiente así que bajé a la terraza dónde estaban los britanicos, los polacos y algún americano.
No recuerdo quién me retó a beberme un vaso de algo - vodka, adiviné al terminar mi vaso de un trago - más rápido que él.
Gané, sí. Y pocos segundos después yo estaba vomitando por el balcón y echando todo el vodka en un callejón, pero sobretodo sobre la enredadera que bajaba desde la barandilla del balcón.
Poco recuerdo a aprtir de ahí. más vomitos, ir al piso de arriba y no enterarme de nada y decirle a Muriel que no podía fingir delante de sus padres que no estaba borracha.
Cuando, aun estando borracha puedes hablar inglés, aunque sea decir constantemente "I'm sorry", es cuando te das cuenta de que realmente eres bilingüe.
No recuerdo el viaje en coche a casa, lo que si recuerdo es bajar del coche y como entre Muriel y Noah me empujaban dentro de la casa, y como tuve que dormir con un cubo cerca de mi cama para vomitar.

Al día siguiente me esparaba la resaca más grande que jamás he tenido. Me vestí y me preparé, pero a pesar de que la cabeza no me dolía apenas, tenía el estómago totalmente destrozado, ardiendo, así que decidí que lo mejor sería quedarme en casa, ya que ese día teníamos que cantar enfrente de todo el instituto y repartir manzanas.

Falta alguien tras esa bandera de españa...Humm Maldita resaca.


Deutschland IV

Hay muchos tipos de sonrisas. Las falsas, sarcásticas, de despecio, perfectas, burlonas...ninguna de estas era la sonrisa de Jonathan.
Jonathan era un chico alto y pálido del estado de Vermont (EEUU) que se pasaba el día sonriendo. Los músculos de su cara se contraían, marcándole arrugas en los ojos y achicandolos, dejando ver aunque no unos dientes perfectos, sí una sonrisa endemonadamente arrebatadora que dejaba sin aliento. Cada día y cada momento se dedicaba a regalar sonrisas a cualquier persona de cualquier país, encandilando a profesoras, estudiantes y porqué no también a algún chico.Era poco accesible debido a su gran popularidad ya que siempre estaba rodeado de gente, especialmente, chicas. Lara, la pelirroja Italiana se pasaba el día siguiéndole a todas partes y por supuesto yo también me mantenía lo más cerca posible de él.
Jonathan es de esas personas que si te ve sola o no te ha prestado al suficiente atención durante el día, te reserva siempre un momentito para preguntarte que tal lo llevas o que deseas hacer en tu futuro. Yo soy más de las personas que se conforman con, como acto social satisfactorio, el simple hecho de haber pasado tiempo al lado de esa persona, ya sea sentados cerca en el bus o haber intercambiado un par de miradas y algunas sonrisas.
Jonathan era un chico que te hacía sentir ser el centro del universo, preguntando, interesandose, bromeando y sobretodo mirandote y escuchandote atentamente.

Por eso Jonathan se convirtió en el crush de mi viaje a Alemania. Y yo me volví un perrito faldero que babeaba solo con poder sentarme junto a él en el tren para luego sonrojarme y no mirarle muy amenudo para no delatarme y tartamudear al contestarle.
Jonathan era el intercambio de la mejor amiga de mi alemana, así que en las tardes en las que no teníamos que hacer nada quedabamos todos juntos.
Recuerdo cuando estuvimos en su casa una vez. Yo no podía ser más feliz estando tumbada en un sofá con él, mientras Noah se sentaba en el suelo junto al sofá, y Jonas (el alemán de Fran) se sentaba en un sillón contiguo detrás de mi cabeza. Creo que ahí fue cuando empezé a sacar el lado pervertido que tengo y acabamos hablando del tamaño de los penes según los píses.
Según creo recordar, los alemanes algo así como 18 y los americanos por el estilo. España loses.
También me pidieron un adjetivo para cada chico. Describí a Jonathan como "Handsome and sexy" mientras que Noah era "cute" (pero cómo bien le dije, de esos que deseas achcuchar y también besar) Aun así Jonathan se regodeó en su hermosura bromeando con Noah, ya que los hombres, por algun extraño motivo, no se toman bien el adjetivo "mono".

Un día en el tren, por curiosidad el pregunté a Noah si Jonathan era gay, ya que aun teniendo a TODAS las chicas de la conferencia detrás, no había intentado nada con ninguna. Él me respondió que así lo creían en su instituto.
Ese tren los llevaba derechos a una fiesta y caminando por las calles buscando la casa Jonathan me llevó a caballito mientras yo sonreía apoyando la mejilla en su espalda y absorbiendo su delicioso aroma.
Durante una presentación, en un día en los que apenas habíamos hablado Jonathan se acercó a mi para preguntarme por el día. Solataría algo como un "Great" y tal, y acabamos hablando de lo que queríamos hacer. Él quería ser cocinero. Le encantaba, y me dijo que le encantaría que probara alguna de sus tartas. Ojalá hubiese probado alguna.

Lo peor de todo fue la despedida. El ultimo día en la discoteca se sucedían los "adioses". Cuando alguien anunciaba que debía irse la música se bajaba y todos comenzaban a arremolinarse junto al que dejaba el lugar. Éste, acababa marchandose de allí mientras los demás coreaban su nombre. En cuanto Lena dijo que se iba en 5 minutos me eché a llorar como una idiota y tuvieron que venir a consolarme. Cuando Jonathan se fue me siguió consolando y diciendome que nos volveríamos a ver, que me lo prometía, y que porfavor no estuviera triste. Me abracé a él y respiré su olor por última vez para guardarlo en mi mente por si en n futuro nos volviésemos a ver.
Me quedé rota cuando le vi saliendo por la puerta porque lo que más deseaba en el mundo era acabar aquello como en una película americana. Salir corriendo hasta él, decirle "I love you" y lanzarme a sus brazos para ser querida de esa manera de la que sólo él puede querer.


Esa noche, Muriel, Noah y yo, charlamos en mi cama. Contamos historias sobre ex-parejas que hubiesemos tenido y acabó preguntandonos si nos hubiesemos liado con él. Ambas contestamos que sí. Pero ya era tarde. Cuando estabamos medio adormilados les dije algo como "I love Jonathan", pero Noah creía que era una broma y así se quedó, a pesar dde que yo seguía jurando que "I really love Jonathan. It's true."

miércoles, 14 de abril de 2010

Deutschland III

Aquella tarde, después de ir con las bragas empapadas tuvimos que ir al instituto para comenzar a conocernos entre todos.
Muriel nos ofrecía chicles y nos recogía el papel. Era costumbre suya. Yo lo habría tirado al suelo. Soy una sucia española, y aunque me gusta la limpieza alemana no puedo negar que sigo siendo española. Una muy sucia y caótica.
Hicimos un pequeño viaje en bus. Allí, si te dicen que el bus pasa a y 16 no significa a 15 o un poco más tarde. No. Allí pasa a y 16. Y si no lo coges te jodes.
Allí tampoco tienes que pagar al subirte ni meter un tiquet. Se fian de ti, de que tengas abono, y sino de que pagues. Es completamente inviable en España ya que nos seguimos colando en el metro. Con los guardias delante. No pretendo con ésto críticar a la sociedad española. Somos así, y a mi me hace gracia.

Al llegar al gimnasio hicimos un par de juegos para recordar nombres como el de ir caminando por las lineas del gimnasio y al encontrarnos con alguien darle la mano y decir nuestro nombre y país. Obviamente no recordé ningún nombre al terminar el juego.
Sólamente me quedé con las caras. Son más fáciles.
El siguiente juego consistía en hacer una rima con tu nombre. "Cool Coral" y " Jaming Jonathan" sólo puedo recordar después de año y medio.

Tras esto nos mandaron a casa. Salvo a unos cuantos, que nos fuimos a jugar a los bolos. Siempre que se va a un país se va a la bolera. Eso si que es un deporte internacional y no el fútbol.
Cuando vinieron los ingleses les llevamos a la bolera. Cuando fuimos allí nos llevaron a la bolera. Cuando fui a Canadá estuve en la bolera, y ahora que han llegado los alemanes se los han llevado a la bolera.

Cual fue mi grata sorpresa al conocer que mis dos acompañantes españoles venían con nosotros, además de Monika la polaca, Briggita y Barby las húngaras, Jaming Jonathan y Noah los americanos, además de nuestros compañeros alemanes.
Cabe destacar lo negadas que fuimos las mujeres al jugar y como Jonathan nos metió una paliza.
Jonathan, te dedicaré una entrada aparte.
Estuvimos jugando un buen rato y animando a Briggita que era la peor de todas nosotras y además la más fea. Hablamos de lo adorable que yo era mientras Jonathan me hacía fotos y luego él nos estuvo explicando que a las mujeres nos encantan las cicatrices porque los hombres parecen más machos. Para hacerse entender nos enseñó las suyas.

Tras la desastrosa partida de bolos que acabó siendo épica por las conversacione sy la gente más que por el resultado nos fuimos a un bar.
Allí nos bebimos unas cervezas.
Noah se puso borracho el primer día yq eu se bebió dos birras y un vaso de vino.
¿Debo recordar que puedes beber cerveza con 16 años en Alemania?
Bueno pues Noah tenía 15.

Al fin y al cabo todos somos iguales.

Lujuriosos mordicos, Ko.

martes, 13 de abril de 2010

Deutschland II

Nos levantamos en una hermosa, aunque fría mañana alemana. No desayuné más que un triste vaso de leche blanca. Nunca hay que olvidar que eso del colacao es totalmente español.
Tampoco era de mucha importancia ya que ibamos a un "brunch". Puede que suene totalmente pijo pero Alemania vuelve a sorprendernos de nuevo (valga la redundancia). Este pequeño almuerzo se da en casa de lo que yo denominé "hippies". Dos veinteañeros con rastas vivían en una casa llena de mierda. Pero todo tenía mucho estilo. Es de esos sitios en los que te sientes agusto. O quizás soy yo que amo el caos.

Ni Noah ni yo comimos apenas un panecillo mientras oíamos Rammstein de fondo y charlabamos con algunas parsonas más que llegaban a la casa. Chicas de tez palida con el pelo multicolor y ojos claros me miraban y me preguntaban sobre política. Ellos eran comunistas. Eso es lo que deja el fascismo. La reacción que aunque parece opuesta, es irónicamente una copia barata de la anterior pintada por la gente en lugar de por la aristocracia.

Más rastas, tios despeinados, El hermano de Muriel, más chicas de ojos claros y llegó el momento del juego. Verdad o castigo fusionado con algo parecido a la botella. Ni Noah ni yo jugamos. Era algo fuerte así que sólo jugaron un par. Pese a que sólo se hablaba alemán, las imagenes que pasaron ante mis ojos no tenían que ser traducidas.

Hombres bebiendo tabasco, mostaza y sal en cantidades peligrosas, mujeres levantandose del sofá y recibiendo a sus amantes con una fiera guerra de lenguas y otros hombres pasandose diversos objetos con el único fin de darnos una imagen de una Alemania revolucionaria, libre y nada nazi. Me sentía en el paraíso. Hombres y mujeres de lo más apetitosos interactuando entre ellos. Me avergonzé de España. Mucho matrimonio gay pero pocas muestras de lo que realmente gusta. Cuerpos rozandose, manos entrelazandose y bocas degustandose ignorando por completo si a alguien le cuelga o no.
Alemania iba 2-0. Ni el mundial ganado anteriormente ni leches. Yo quería vivir allí. No me importaba el frío si esos seres humanos eran capaces de calentarme y empaparme tanto las bragas como las tenía de aquella.

Con mucha lujuria, Ko.

Deutschland I

Bueno recuerdos tengo de mi viaje a alemania.
En teoría habíamos sido seleccionados -Dani, Fran y yo- para representar al instituto en una conferencia sobre calentamiento global, dónde discutiríamos con chicos de otros países sobre medidas a tomar en nuestros institutos para refrenar el cambio climático.

Si te lo pintan así pues oye, lo primero que te viene a la mente es que vas a pasar una semana de mierda en un país de nazis estirados. Pero nada más lejos de la realidad.

Muriel Hense era mi anfitriona y tras patearnos la estación de trenes de Bochum encontré un cartelito con mi nombre. Lo sostenía una chica unos centrimetros más alta que yo de pelo extremadamente rizado y ojos verdes - Se rompía el primer estereotipo alemán. Junto a ella estaba la pareja de su madre. Nos montamos en la furgoneta y llegamos a la casa. Muriel tenía un perro muy bonito y una casa muy entrañable. Ibamos a compartir cuarto, durmiendo ella en la litera de arriba y yo abajo. La pared contraria a la puerta tenía unos grandes ventanales que daban a un terraza desde donde se divisaba un gran poste al cual estaba atada la bandera Alemana - Negro, rojo y amarillo.
Dimos un paseo con el perro y tuvimos una pequeña charla para conocernos. El vecindario era extremadamente bonito. En marzo, y a pesar de hacer frío, las hojas de los árboles se arremolinaban en el suelo. Pero no sobre la acera, sino perfectamente amontonadas para no molestar al andar al tener que dar patadas. Me maravillaba la pulcritud de las calles alemanas, la serenidad de todas las casas, el país comenzaba a cautivarme.
Era de día así que, mientras esperabamos al estadounidense que llegaría en la noche comimos pizza y vimos la primera temporada de Anatomía de Grey. Después de eso jugamos a un juego en familia y conocí al hermano de Muriel. Revolucionario sonriente y despeinado. Un amor de hombre.
Toda la familia era genial, con mis mismas ideas políticas y morales. Todos hablaban inglés y todos muy sonrientes.
Cuando se hizo de noche Muriel me ofreció quedarme en casa, pero insistí en acompañarla a por el estadounidense. Todos teniamos curiosidad por conocer a los chicos que defenderían a tal país en un tema como era el calentamiento global.
Esperamos y esperamos con el cartelito, y mientras habalabamos con los demás. Enseguida hicimos muchas muchas migas y entonces llegaron.
Noah era igual de alto que nosotros, así que nos echamos a reir, tan poco comunes y juntos.
Los estadounidenses venían de Vermont. Y su colegio era especial, porque ellos daban clase en el bosque, así que nos dieron una patada en la boca completamente.

Los Españoles en la sala de reuniones.


Y antes de acabar estas pocas memorias he recuperado un e-mail con todas las direcciones de la gente que participó en la conferencia y les he agregado al facebook. No he encontrado a todos pero si a unos cuantos como a Monika la polaca, Lisa la alemana o Terance el italiano.
Me encantaría invitar a Monika en verano a pasar unos días aquí en españa. Intentaré hacer migas con alguno otra vez.
Maldita nostalgia.
Seguiré contandoos de mi viaje a alemania en futuras entradas.

Con lujuria, Ko.

sábado, 10 de abril de 2010

Memento Mori

Me enorgullezco de postear la historia con la que me he presentado al certamen literario de este año. El 22 se deciden los premios.

Memento Mori

Soberbia

Me alzaré al movimiento de la altiva, ella, mi espléndido pavo real. La menospreciaré. Me menospreciará. Y juro, que yo seré más.


¡Cuánto daño me hiciste pequeña Meredith! ¡Cuanto sufrí yo! Recuerdo cuando éramos pequeños, lo que no sé es si lo recuerdas tú.

Corríamos entre el aroma de la madreselva y el color de las nomeolvides de tu jardín. Todo salpicado por el brillo de tu melena pelirroja y el resplandor de tu piel de porcelana. Me dabas la mano a escondidas y me dejabas recostarme en tus piernas tras el pilla-pilla. Me relatabas tus sueños y tus anhelos, tus fracasos y tus miedos.

Me fui y cambiaste. Ni siquiera me saludaste. Ahora eres tan fría como el clima londinense. Tan aristócrata y tan prepotente…

Lo sé, han pasado cinco años, pero yo aun no te he olvidado. Al contrario que a ti, a mi la guerra no me ha cambiado. Me he reservado como me recuerdas, por ti. Y ahora que vuelvo me encuentro con “ella”. Tan preciosa como pretenciosa. Tan elocuente como odiosa. Me encuentro los desprecios de una dama de clase alta a un simple general del ejército. Perdóname, ya sabes que yo no era rico. Que jugábamos a escondidas pues nuestros linajes no permitían ni nuestra inocente amistad ni mi platónico amor.


En la fiesta de Lord Valentine todo el mundo aparenta. Todo el mundo actúa bajo una serie de inanes normas de cortesía hipócritas. Y como tu no eres menos te sientes obligada por ellas a saludarme con toda la elegancia que te caracteriza, porque no hay mayor desprecio que no decir siquiera una palabra y aún no me desprecias. Aún.

¿Cómo está usted, Lázaro? Preguntas por cortesía Oí que la guerra fue muy dura.

Hay cosas aun peores en la vida, créame, Milady te respondo arrojándote un reto.

¿Peores que vivir bajo el mismo techo que la muerte? ¡No diga tonterías! No hay nada peor que la muerte.

La muerte ni cambia ni engaña, sin embargo, las malas compañías, la juventud y la belleza pueden corromper al más cristiano. Pueden convertirlo en un ángel caído, y los ángeles caídos… Esos ángeles son peores que la muerte.

Tu cara de indignación pronto debe ser sustituida por una de satisfacción. El conde de Mim se acerca y se introduce en una improvisada conversación.

Si me disculpan debo ir a hablar con mi superior, nunca se deja de estar de servicio, ni siquiera en una fiesta tan fantástica.

Un apretón de manos para el caballero y un beso en la mano para la dama, no sin antes dejar grabada mi mirada, porque aunque me incline para besarte yo te miraré desde arriba.

El juego ha comenzado.


Y merecerá la pena que la rueda mi condena sea.


Envidia:

Engendrando al indecoroso monstruo que ella me forzó a crear. La despreciaré. Me despreciará. Y juro que mía un día será.


En un momento de lucidez me percaté de su cercana presencia a ti. Te pedí que me le presentaras aunque con mala cara y tú, ávidamente, me complaciste.

El Conde de Valiel pronunciaste con una sonrisa torcida Mi prometido añadiste con sorna.

¡Arpía! ¡Indigna! te quise gritar, más no hallé en mi la voluntad para herirte con semejantes palabras. Sin preocuparme por la cortesía me despedí y salí del inmenso lugar. Aquel lugar maldito, un baile de máscaras dónde tú llevabas la más horrenda. Porque esa careta refleja tu moralidad. ¡Meretriz! Te sigo perjurando en mi interior. ¡No eres más que una cualquiera! ¿Y él? ¿Cónde? No has perdido el tiempo querida. Pero el juego continúa y aunque apueste mi propia piel para ganarte lo haré. Sé que sufriré, pero acabarás volviendo a mí como un perro rabioso. Aunque ahora yo esté dominado por el monstruo de ojos verdes cambiaré el jade esperanza de tus ojos por la esmeralda de la envidia.


Y merecerá la pena que sumergido en agua helada yo sea.


Avaricia:

Atesorando efímeras melodías que ella se disponía a tocar. La robaré. Me robará y Juro que un día a mí me pertenecerá.


Meredith, eras como el aire. Entrabas en mí y luego salías purificándome. Unas veces eras cálida como un suspiro y otras veces tan gélida como un vendaval. Aunque ahora eres tan indiferente como los días en los que todo está imperturbable porque el viento no sopla, pero el aire sigue estando ahí porque lo necesitas para respirar.

Al igual que en mis viajes, en sueños y momentos de oscuridad buscaba tu mano y tus ojos pero no los hallaba. No había ni un ápice de luz que me calmara. Esa era mi penitencia, mi martirio, mi condena.


A mi regreso y tras aquella fiesta resolví ir en tu busca y en tu mansión me presenté. Desde la sala se escuchaba la sublime melodía de un piano que como el flautista de Hamelin usabas para seducir. Con todo el atrevimiento que me caracteriza abrí las puertas de la sala sin invitación y me acerqué con sigilo, parándome detrás de ti y viendo como tus finos dedos bailaban entre el marfil de las teclas. Probablemente me oíste pero no dejaste de tocar.

Chopin es la ira, Liszt la soberbia, Salieri la envidia, Schubert la pereza…

¿Quién es la avaricia? pregunté ansioso.

¿Quieres conocer a tu igual?

Te abracé por detrás sintiéndote mía.

Pese a la fachada de serenidad que portas tu cuerpo te traiciona deleitándome con estremecimientos ante cualquier simple roce. Te estreché con más fuerza contra mí a la vez que enterraba mi cabeza en tus cabellos rojos como el fuego que encendían la llama de mi deseo. Tras inundarme de tu fragancia pude relajar el fuerte agarre con el que te oprimía, entonces comenzaste a tocar otra melodía diferente. Era apasionada, espontánea, era…

Beethoven.


Lo quiero todo de ti. Tu música, tu olor y tus miradas. Quiero que me devuelvas todo lo que me pertenece; mi inocencia, mi paciencia y mi cordura. Te robaré expresiones, te arrebataré suspiros, atesoraré tus gemidos, y los guardaré celosamente en mi interior, porque toda tú me perteneces. Aunque no hoy. Vas ganando este pecaminoso juego. Por ahora. Hasta ahora.


Y merecerá la pena que en aceite hirviendo puesto yo sea.


Gula:

Saboreando el recuerdo de sus manos, aquellas de las que me hizo beber. La tentaré. Me tentará. Y juro, que en mis redes caerá.


Hace tiempo que olvidé el juego y me limité a sentir. A sentirte.

Con las mejillas encendidas y los labios entreabiertos me observas.

Tienes que parar Lázaro tu boca me dice una cosa, tus manos claman por otra. –No puedes seguir haciéndome esto.

Cualquiera podría entrar, y yo no haría más que dejarles observar como me deleito con el festín que es tu cuerpo. Mis labios contra tu ardiente cuello. Bebiéndote, devorándote, degustándote… Pero nunca es suficiente así que tengo que continuar. Fuera tu corsé. Fuera tu liga. Mi apetito voraz nubla mi racionalidad y yo me alimento de tus incesantes gemidos. Me nutro de tu desesperación e incapacidad, de tu deseo y pasión ocultos.

Porque eres como el chocolate puro, amarga pero irresistiblemente tentadora.

Te necesito. Te deseo. Te poseo.


Y merecerá la pena que sapos y culebras comer yo tenga.


Pereza:

Dormitando en las nubes a las que ella me hizo llegar. La atraparé. Me atrapará. Y juro, que no la dejaré escapar.


Todo es claridad; tu pelo, las sabanas. Todo tan blanco y envolvente que no me quiero levantar. Quiero seguir dibujando líneas en tu espalda. Quiero sentirte temblar bajo mis caricias. Quiero ver tu alborotado pelo enmarcando tu angelical rostro. Simplemente quiero no volverme a levantar.

Gírate y mírame princesa, que ya no hay prisa. Que la escurridiza serpiente ha encontrado su nido y te quiere a su lado; ronroneando, suspirando.

¿En dónde piensa tu pobre e ingenuo prometido que te encuentras ahora mismo?

Inflas tus pulmones de aire y lo dejas salir lentamente. Con dolorosa parsimonia te giras y me encaras con los ojos entrecerrados y legañosos.

En casa de Ann respondes sin más.

Se te cierran los ojos y tus manos buscan mi pecho. Me encuentras. Te acurrucas.

Quédate un rato más susurras contra mi torso.

Suspiro y me doy por vencido. Me limito a acariciar tu pelo y a añadir un pecado más a la larga lista que se dibuja entre las finas sábanas de esta cama mancillada.


Y merecerá la pena que arrojado a una fosa de serpientes yo sea.


Ira:

Danzaré al son de la violenta cólera, con ella, la pareja que me sacó a bailar. La odiaré. Me Odiará. Y juro, que todo terminará.


Ha estallado otra guerra y he sido destinado para luchar en ella.

Una frase, una sola frase hizo que las emociones y la razón se separaran; quedando la razón en una especie de limbo, deambulando y viendo como las emociones carcomían el ya putrefacto cuerpo, incapaz de ser retenidas, siendo destiladas por cada poro, en cada fluido, en cada gesto. Corrompiendo el cuerpo en el que tan hábilmente habían sido encarceladas, enjauladas. Pero nunca más. Se han revolucionado. Han estallado.

¡Me abandonaste! Juraste que siempre estarías a mi lado pero…

Meredith, por favor.

¡No intentes engañarme con tus necias súplicas que no sientes! No sé cuando todo se convirtió en odio pero créeme, te detesto. Te detesto más que a nadie.

Te agarro del brazo. ¿Cómo puedes ser así de insensible? Yo luchando en la guerra y tú mientras jugando a las princesitas.

¿¡Y ahora!? ¿¡Me abandonas otra vez!?

¡Yo no elegí esto! – Te rebato iracundo - Decidieron por mí ¿Acaso la sociedad en la que vives es nueva para ti?

Me vuelves a abofetear y te lanzas con fiereza contra mí golpeando mi pecho con tus pequeños puños. Sonríes al comprobar que aprieto más el agarre y te atraigo hacia mí.

-Se acabó Meredith. Esto es nuestra despedida. Te haré el amor como nadie te lo ha hecho nunca, serás incapaz de amar a nadie más que a mí – la sorpresa baña tus ojos y por un momento te ves tan rota y destrozada que casi siento lástima.

-¡No me hagas esto por favor, Lázaro! –exclamas entre lagrimas forcejeando para escapar.

-El juego está por terminar, Milady.


Y merecerá la pena que desmembrado yo sea.


Lujuria

Ensayando las miradas con las que ella un día me enamoró. La poseeré. Me poseerá. Y juro, que para siempre me necesitará.


Te atraigo más hacía mí profundizando el beso pero tu te resistes. No quieres. Porque sabes lo que significa, esto es una despedida. Es nuestro adiós.

Poco a poco mi lengua se abre paso en tu boca y noto las saladas lágrimas que caen por tu rostro. Te separo solo unos milímetros de mi cuerpo.

-Quizás muera Meredith. No. Lo sé – te acaricio la mejilla – seremos uno por última vez aquí, donde todo comenzó.

Tu resistencia flaquea y tu cuerpo se arquea contra el mío demandando el placer prometido en mis palabras. Te empujo contra la pared, encarcelándote bajo mis brazos que alzan los tuyos sobre tu cabeza, incapacitándote. Antes de que pueda pensar siquiera lo que hago estás despojada de tu ropa, desarmada emocional y físicamente. Mis manos son como anguilas que danzan por tus piernas, mandándote descargas y haciendo que me regales tímidos gemidos que quedan libres de pudor cuando entro en lo más íntimo de tu ser. Frente al poco tiempo que nos queda tenemos una intensidad abrasadora, tanto como el contacto de mi lengua contra tu pecaminoso cuerpo.

De un rápido movimiento me fundo conmigo, hundiéndome lentamente en la calidez de tu cuerpo. Tierna y cuidadosamente, grabándome a fuego cada una de las sensaciones que ahora mismo recorren nuestro cuerpo, porque nos hemos vuelto uno.

-Te Amo, Lázaro.

-Te quiero, Milady.


Y merecerá la pena que asfixiado en azufre yo sea.


Ella no quiso ser vieja sin él. Aquel al que ni siquiera le dieron la oportunidad de ello.

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Notas de la autora:
  • La frase final que acaba con "Y merecerá la pena que..." es la condena que tiene el mencionado pecado capital en el infierno.
  • La frase final de la historia no está escrito en primera persona por razones obvias. xD
  • La historia es continua pero cada parte está sublavada al pecado al que corresponde.