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miércoles, 14 de abril de 2010

Deutschland III

Aquella tarde, después de ir con las bragas empapadas tuvimos que ir al instituto para comenzar a conocernos entre todos.
Muriel nos ofrecía chicles y nos recogía el papel. Era costumbre suya. Yo lo habría tirado al suelo. Soy una sucia española, y aunque me gusta la limpieza alemana no puedo negar que sigo siendo española. Una muy sucia y caótica.
Hicimos un pequeño viaje en bus. Allí, si te dicen que el bus pasa a y 16 no significa a 15 o un poco más tarde. No. Allí pasa a y 16. Y si no lo coges te jodes.
Allí tampoco tienes que pagar al subirte ni meter un tiquet. Se fian de ti, de que tengas abono, y sino de que pagues. Es completamente inviable en España ya que nos seguimos colando en el metro. Con los guardias delante. No pretendo con ésto críticar a la sociedad española. Somos así, y a mi me hace gracia.

Al llegar al gimnasio hicimos un par de juegos para recordar nombres como el de ir caminando por las lineas del gimnasio y al encontrarnos con alguien darle la mano y decir nuestro nombre y país. Obviamente no recordé ningún nombre al terminar el juego.
Sólamente me quedé con las caras. Son más fáciles.
El siguiente juego consistía en hacer una rima con tu nombre. "Cool Coral" y " Jaming Jonathan" sólo puedo recordar después de año y medio.

Tras esto nos mandaron a casa. Salvo a unos cuantos, que nos fuimos a jugar a los bolos. Siempre que se va a un país se va a la bolera. Eso si que es un deporte internacional y no el fútbol.
Cuando vinieron los ingleses les llevamos a la bolera. Cuando fuimos allí nos llevaron a la bolera. Cuando fui a Canadá estuve en la bolera, y ahora que han llegado los alemanes se los han llevado a la bolera.

Cual fue mi grata sorpresa al conocer que mis dos acompañantes españoles venían con nosotros, además de Monika la polaca, Briggita y Barby las húngaras, Jaming Jonathan y Noah los americanos, además de nuestros compañeros alemanes.
Cabe destacar lo negadas que fuimos las mujeres al jugar y como Jonathan nos metió una paliza.
Jonathan, te dedicaré una entrada aparte.
Estuvimos jugando un buen rato y animando a Briggita que era la peor de todas nosotras y además la más fea. Hablamos de lo adorable que yo era mientras Jonathan me hacía fotos y luego él nos estuvo explicando que a las mujeres nos encantan las cicatrices porque los hombres parecen más machos. Para hacerse entender nos enseñó las suyas.

Tras la desastrosa partida de bolos que acabó siendo épica por las conversacione sy la gente más que por el resultado nos fuimos a un bar.
Allí nos bebimos unas cervezas.
Noah se puso borracho el primer día yq eu se bebió dos birras y un vaso de vino.
¿Debo recordar que puedes beber cerveza con 16 años en Alemania?
Bueno pues Noah tenía 15.

Al fin y al cabo todos somos iguales.

Lujuriosos mordicos, Ko.

1 Comentarios.:

Ragno dijo...

No sabía que hubieras ido a Alemania, ni que te lo hubieras pasado tan bien. Maldita sea, que suerte que tienes xD